En plena temporada alta turística, con más de 300.000 visitantes y una ocupación hotelera del 80 %, Santa Marta exhibe una cara sombría a la par de su brillo vacacional. Zonas costeras, barrios periféricos y áreas del centro histórico están sumergidas entre montañas de basura, alcantarillado colapsado y cortes constantes de agua potable.
Basura acumulada en las calles
Calles y avenidas presentan basureros improvisados que, día tras día, se convierten en focos infecciosos y dan la bienvenida a miles de turistas. Esta acumulación afecta la imagen urbana, genera mosquitos transmisores y eleva el riesgo de enfermedades.
Aguas residuales desbordadas
Numerosos registros y arquetas en zonas como el Centro Histórico y los barrios aledaños a El Rodadero sufren rebosamientos de aguas negras, creando charcos malolientes y atrayendo ratas. El impacto ambiental y sanitario es evidente, y el mal olor compite con el ambiente playero.
Apagones en el suministro de agua potable
A pesar de la afluencia de turistas, distritos enteros permanecen sin suministro de agua durante días, lo que agrava la crisis sanitaria y afecta hogares, comercios y playas, en completa contradicción con los eventos de lujo y festivales organizados por la administración distrital.
Crisis sanitaria en la bahía
INVEMAR ha documentado niveles alarmantes de coliformes fecales en ríos como el Gaira y Manzanares, vertiéndose sin tratamiento al mar. Este grave problema desconoce los comunicados optimistas de Essmar, que afirman calidad sin contaminación.
Un mensaje urgente para las autoridades
El contraste es doloroso: mientras la alcaldía celebra cifras turísticas y cifras multimillonarias en inversión, la ciudad real se sumerge en precariedad ambiental e infraestructura colapsada. La ciudadanía exige respuestas claras: ¿por qué no se prioriza la limpieza, el saneamiento y el acceso al agua antes que los eventos y la pompa?
Santa Marta necesita más que turistas: necesita soluciones reales para una ciudad que no puede seguir ocultando su miseria detrás de un falso brillo estival.