El menor que disparó contra el senador reveló más de lo que imaginaba, dejando un rastro involuntario que hoy acelera la captura de una red criminal.
Lo que comenzó como un intento de asesinato planeado con aparente sigilo terminó revelando una cadena de errores que han sido fundamentales para que las autoridades reconstruyan el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, herido gravemente el pasado 7 de junio en Bogotá.
El atacante, un joven de tan solo 15 años, fue capturado minutos después del atentado gracias a la rápida reacción de los escoltas y de la comunidad que presenció el hecho. Aunque al principio parecía un simple sicario a sueldo, con el tiempo se ha convertido en una fuente clave de información para los investigadores.
En medio de su inexperiencia, el menor no solo confesó su participación, sino que —sin darse cuenta— dejó una estela de cabos sueltos que han servido para identificar a otros implicados. Uno de los momentos más reveladores ocurrió justo antes del atentado, cuando pidió a un conductor de motocicleta que lo llevara a la zona de Modelia, donde se ejecutaría el ataque.
Según el testimonio del motociclista, tras finalizar el trayecto, el joven le solicitó prestado su celular para hacer una llamada a quien había pagado el servicio. Esta simple acción permitió que quedara registrado el número de uno de sus cómplices, presuntamente alias “El Costeño”, uno de los ya capturados. Este hombre aparece en los videos de seguridad descendiendo de un vehículo gris y siguiendo al menor para asegurarse de que cumpliera con su “misión”.
Pero no fue lo único. En otro descuido, el joven pidió acceso a internet para hacer una transferencia de $10.000 al motociclista, lo cual permitió a las autoridades rastrear la conexión entre ambos celulares y vincular el dispositivo del atacante a un rastro digital clave en la investigación. Ese teléfono, según se ha confirmado, aún no ha sido hallado, pero los datos de conexión quedaron grabados.
Las pistas que dejó el menor no solo han permitido capturas, sino que también han develado una estructura mucho más compleja: una red criminal que utiliza a menores para cometer delitos de alto impacto a cambio de dinero que muchas veces ni siquiera reciben. El joven aseguró que le ofrecieron 20 millones de pesos, pero nunca vio un solo peso.
Mientras tanto, Miguel Uribe permanece hospitalizado en la Fundación Santa Fe. Su estado es delicado, pero estable. La investigación sigue avanzando, y gracias a las imprudencias cometidas por el menor, la justicia ha podido identificar a varios de los autores intelectuales del ataque, en lo que podría ser solo la punta del iceberg de una estructura criminal mucho más amplia.
Las autoridades continúan con la recolección de pruebas y han anunciado más capturas en los próximos días. La gran ironía: quien intentó asesinar a un líder político terminó exponiendo a quienes lo usaron como instrumento.