Repelón amaneció de luto y con rabia. Jennifer Paola Ortega Vega, madre de dos hijos, fue hallada muerta el pasado 15 de octubre en su casa del barrio El Porvenir.
Su cuerpo, envuelto en sábanas y oculto bajo su cama, presentaba signos de asfixia. La última persona que la vio con vida fue su expareja, con quien compartía bebidas alcohólicas la noche anterior. Hoy él es el principal sospechoso y está prófugo.
La muerte de Jennifer sacudió a todo el municipio del sur del Atlántico. Su familia, además de enfrentar el dolor, denunció irregularidades en el manejo del cadáver, que fue entregado en estado de descomposición. “No la pudimos entrar a la casa ni a la iglesia”, dijo su hermana, Julieth Ortega, visiblemente indignada.
El jueves 17, decenas de habitantes marcharon por las calles vestidos de blanco. “No más feminicidios” y “Ni una menos”, se leía en las pancartas que ondeaban camino a la plaza central, donde se encendieron velas por Jennifer y por todas las mujeres que han sido silenciadas con violencia. La Alcaldía también convocó a una velatón para el viernes 18 y decretó ley seca como medida preventiva.
El coronel John Harvey Peña, comandante de la Policía del Atlántico, confirmó que ya tienen ubicado al presunto agresor. Mientras tanto, el municipio clama por justicia. El feminicidio de Jennifer se suma a otros cuatro asesinatos de mujeres ocurridos en la misma semana en distintos municipios del Atlántico, elevando a 62 la cifra de víctimas en lo que va del año.
Organizaciones sociales y defensores de derechos humanos han pedido declarar emergencia por feminicidios en el departamento. Porque en Repelón, como en muchas otras partes de Colombia, ser mujer sigue costando la vida.