Esta mañana, las calles amanecieron inusualmente silentes y desiertas: ningún motocarro circulaba.
La razón fue un panfleto amenazante, atribuido presuntamente a la banda criminal Los Costeños, que circuló el fin de semana y advertía a los conductores del riesgo de usar el servicio sin pago de extorsión.
Aunque la Policía Metropolitana, desde su oficina de comunicaciones estratégicas, subrayó que el panfleto es «falso», el desconcierto se apoderó de conductores y pasajeros. El temor persiste especialmente después de los asesinatos el pasado miércoles de dos motocarros en el barrio La Arboleda —el conductor José Gregorio Pacheco Niebles (30) y Carlos Augusto Durán Marín (37)—, registrados en medio de un aparente ajuste de cuentas entre bandas por el control de la extorsión a este gremio.
En respuesta a la crisis, la Alcaldía convocó a un Consejo de Seguridad de urgencia y solicitó a las agencias de inteligencia nacionales que verificaran la autenticidad de los panfletos. En un comunicado, el Secretario de Gobierno Carlos Valencia Muñoz enfatizó:


“Solicitamos a las agencias de inteligencia esclarecer el origen de un panfleto que ha generado temor entre motocicarristas del municipio”.
La reunión buscará tomar medidas concretas, incluidos posibles patrullajes adicionales, operativos sorpresa en zonas clave y campañas informativas de apoyo psicológico a los afectados.
Desde el sábado, el texto amenazante advertía igualmente a los usuarios: “no usen este servicio”, porque los motocarros podrían ser blanco de ataques. El mensaje sembró tal pánico que motocarros —fundamentales para la movilidad urbana de Soledad— permanecieron estacionados todo el domingo.

Una fuente del gremio, bajo condición de anonimato, describe la devastación emocional del sector:
“Tememos salir a trabajar, no sabemos si vamos a volver vivos”.
El contexto es tenso. En lo que va del año, han sido tres los ataques con víctimas fatales o heridos graves contra motocarros en La Arboleda. A este panorama se suma la sospecha de que otra banda estaría obligando a los conductores a trasladar el pago de extorsión de un grupo rival al suyo, avivando una guerra criminal que ya ha cobrado decenas de vidas en el área metropolitana.
