jueves, junio 26, 2025

Trump, Netanyahu y la cuenta regresiva hacia Irán: ¿una guerra nuclear en ciernes?

La maquinaria geopolítica se mueve en silencio, pero con velocidad. Mientras las luces del Salón Oval se mantenían encendidas entrada la noche del miércoles, el expresidente y ahora candidato Donald Trump evaluaba, junto con sus asesores de seguridad, una decisión que podría alterar el tablero estratégico de Medio Oriente: ¿debe Estados Unidos sumarse a Israel en una ofensiva militar contra Irán?

La pregunta dejó de ser hipotética tras un ataque aéreo iraní al hospital Soroka, en Beerseba, que costó vidas civiles y rompió lo que quedaba de prudencia diplomática. Desde Jerusalén, el primer ministro Benjamín Netanyahu, hasta entonces moderadamente cauteloso, activó su Gabinete de Seguridad y comenzó a despachar mensajes urgentes a la administración republicana en Washington. El blanco ya estaba definido: la base subterránea de enriquecimiento de uranio en Fordow, joya del programa nuclear iraní.

Netanyahu sabe que no puede hacerlo solo. Necesita el poderío norteamericano: aviones B-2 con capacidad furtiva y bombas antibúnker de 14 toneladas, armamento reservado para misiones quirúrgicas de máxima precisión. Mientras tanto, el Pentágono ya estaría diseñando un plan de ataque conjunto, bajo la coordinación del secretario de Defensa, Pete Hegseth, y con instrucciones explícitas de proteger las más de 40.000 tropas estadounidenses desplegadas en Medio Oriente.

Trump, fiel a su estilo impredecible, lanzó una declaración críptica ante la prensa desde la Casa Blanca:

“Tengo ideas sobre qué hacer. Me gusta tomar la decisión final un segundo antes de que sea el momento, porque las cosas cambian”.

Ese momento parece acercarse. La ofensiva iraní ha comenzado a erosionar la efectividad de la Cúpula de Hierro, y fuentes en Jerusalén aseguran que el margen de espera se agotó. Netanyahu, acorralado por la presión interna y los llamados de su ejército, estaría buscando una llamada directa con Trump para asegurar una respuesta definitiva.

Pero en Washington, el panorama no es unánime. Aunque Trump es receptivo al pedido israelí, enfrenta resistencias dentro de su propio movimiento MAGA y del Partido Republicano, donde crece el temor de que un conflicto abierto con Irán exponga a Estados Unidos a una guerra de larga duración. El fantasma de ataques a bases estadounidenses en Irak y Siria, a manos de milicias chiitas respaldadas por Teherán, pesa sobre la decisión final.

Por ahora, la Casa Blanca ha intensificado las reuniones a puerta cerrada. Trump ha ordenado al Pentágono preparar un despliegue militar preventivo en puntos estratégicos del Golfo Pérsico y ha instruido a su secretario de Estado, Marco Rubio, y al enviado especial para Medio Oriente, Steve Witkoff, a mantener una línea directa con Israel.

La cuenta regresiva está en marcha. En los corredores de poder de ambas capitales, la pregunta no es ya si habrá una intervención, sino cuándo y cómo. Y si Trump, fiel a su estilo, esperará hasta el “último segundo” para apretar el gatillo.

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