jueves, junio 12, 2025

La bala, la prueba y el silencio: la cadena de errores tras el atentado a Miguel Uribe

El país aún no se repone del ataque que dejó al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay en estado delicado de salud. Mientras los médicos luchan por estabilizarlo, una nueva inquietud sacude la opinión pública: posibles fallas graves en la recolección de pruebas por parte de la Fuerza Pública podrían entorpecer la investigación.

Este martes, la Fiscalía Penal Militar y Policial confirmó que abrió una indagación formal contra varios uniformados activos por presuntas irregularidades ocurridas justo después del atentado, ocurrido el pasado fin de semana en Bogotá.

Según fuentes oficiales, uno de los puntos críticos del caso es que un miembro de la Fuerza Pública habría manipulado el arma usada en el ataque sin cumplir los protocolos legales, lo que compromete directamente la cadena de custodia. Un error que, de comprobarse, pondría en riesgo la validez de las pruebas y la eficacia del proceso penal.

“La Fiscalía 2440 Penal Militar y Policial de Conocimiento ha asumido los actos urgentes y continúa con las diligencias judiciales para esclarecer lo ocurrido”, detalló el comunicado oficial. El objetivo: determinar si hubo omisiones, negligencia o incluso encubrimiento por parte de los agentes encargados de asegurar la escena del crimen.

Mientras tanto, el estado de salud de Uribe Turbay mantiene al país en vilo. A la 1:00 a.m. de este miércoles 11 de junio se cumplieron las 72 horas críticas tras la cirugía, realizada en la Clínica Santa Fe. Se espera un parte médico oficial en las próximas horas.

A las afueras del centro médico, el apoyo ciudadano se ha hecho visible. En un acto simbólico, María Carolina Hoyos, cercana al senador, pidió “un minuto de silencio por la salud del precandidato presidencial”, reflejando la carga emocional que el atentado ha generado en amplios sectores sociales.

Pero el impacto no es solo humano. El Centro Democrático, partido al que pertenece Uribe, denunció una aparente indiferencia del Gobierno ante la situación. “No hemos recibido ni una sola llamada desde el atentado”, declaró el representante Gabriel Vallejo, sumando tensión a una ya delicada relación entre el Ejecutivo y la oposición.

La preocupación se agrava con una nueva alerta: posible infiltración criminal en la Policía, que, según fuentes del Gobierno, podría haber facilitado o encubierto parte del ataque. Si esta hipótesis se confirma, la institucionalidad colombiana estaría enfrentando una amenaza interna de proporciones mayores.

Así, entre los errores procesales, las tensiones políticas y una ciudadanía que exige respuestas, el caso Miguel Uribe se ha convertido no solo en una prueba para la justicia, sino en un examen crucial para la credibilidad de las fuerzas de seguridad del Estado.

En una coyuntura tan delicada, cada minuto cuenta. Y cada error, pesa.

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