“Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”.
Por: Emilio Gutiérrez Yance
Toda historia comienza en silencio, con una fecha que luego el tiempo se encarga de volver importante. El 15 de diciembre de 1959 fue una de esas fechas. Ese día fue sancionada la Ley 193, la misma que reorganizó territorialmente la Policía Nacional de Colombia y abrió el camino para que Bolívar tuviera su propio Departamento de Policía. La ley fue publicada en el Diario Oficial el 30 de diciembre, cuando el país se debatía entre heridas del pasado y esperanzas de un futuro mejor, buscando estabilidad institucional y cercanía con sus regiones.
Transcurrió un año hasta que, el 16 de diciembre de 1960, el Decreto 2865 reconfiguró la estructura policial en Departamentos, uno por cada zona del país. A Bolívar le correspondió entonces un destino particular: hacerse visible en las calles de Cartagena, en las sábanas de San Juan Nepomuceno, en los ríos que cruzan Magangué, en las islas del Rosario y en los corregimientos donde el Estado se expresaba en el gesto sereno de un agente.
Pero fue el 8 de junio de 1962 cuando esta historia comenzó a andar con botas firmes. La Resolución No. 1565, firmada por el Brigadier General Saulo Gil Ramírez Sendoya, formalizó la creación del Departamento de Policía Bolívar. En ese entonces, el Mayor Luis Ricardo Bonilla Bonilla recibió la responsabilidad de liderar a los primeros 833 hombres asignados, entre ellos 23 conductores, que asumieron con vocación una misión que no se limita al orden público: también abarca la dignidad, la convivencia, la cercanía.
Desde entonces han pasado 63 años. En ese trayecto, el Departamento ha transitado los días brillantes y las noches tensas de la vida institucional, mientras el país iba tejiendo otra historia. Cada época ha traído desafíos propios y ha exigido adaptaciones, pero la esencia se ha mantenido: ser raíz y río, sembrar confianza y abrir caminos. Porque la tierra da cauce al río, pero el río le cambia el rostro a la tierra. Así ha sucedido con Bolívar: la región forjó su Policía, y la Policía ha contribuido a transformarla.



Hoy, sobre 16.384 kilómetros cuadrados, el Departamento cubre 34 municipios y acompaña a 988.583 ciudadanos. Su estructura está compuesta por cinco Distritos, 34 Estaciones, siete Subestaciones, 48 Cuadrantes y una fuerza viva de 1.568 uniformados, de los cuales 255 son mujeres que sirven con el mismo temple con que otros sueñan. El uniforme se siente presente, no como imposición, sino como compañía.
Al ritmo de los cambios administrativos, también surgieron nuevas divisiones. En 2002, mediante la Resolución No. 00916, nació la Policía Metropolitana de Cartagena de Indias, incluyendo los municipios de Cartagena, Clemencia, Santa Catalina, Santa Rosa, Turbaco y Turbana. Luego, en 2005, la Resolución No. 00628 dio vida al Departamento de Policía Magdalena Medio, que asumió el servicio en Arenal, Cantagallo, Morales, Santa Rosa del Sur, San Pablo y Simití. Cada separación obedeció a una lectura precisa de las dinámicas territoriales, buscando mayor proximidad y eficacia.
Las cifras narran parte del esfuerzo, pero los detalles están en los rostros. En los saludos cotidianos de un patrullero en Arjona, en la protección que se ofrece al campesino de Calamar, en el gesto protector hacia el niño que juega en el parque de San Jacinto. En cada gesto vive la vocación, una que no se mide en estadísticas, sino en confianza construida sin estridencias. El mar guarda los secretos del pueblo, y el pueblo guarda los miedos del mar. Y entre ambos camina la Policía, sabiendo que su papel es escuchar a ambos.
El modelo de servicio —orientado a las personas y los territorios— refuerza ese compromiso. Hoy no basta con atender incidentes: se requiere intervenir las causas. Se trata de prevenir antes que corregir, de educar más que castigar, de conversar donde antes se imponía. Cuidar el entorno es también cuidar el alma de una comunidad. Porque el uniforme que recorre las calles no es solo una prenda: es símbolo de promesa, de entrega, de humanidad.
La historia también está hecha de silencios. De nombres que no están en mármol, pero sí en la memoria. Hombres y mujeres que entregaron su vida en cumplimiento del deber, y cuya ausencia no se borra con homenajes. Se honra su legado con cada servicio bien hecho, con cada jornada que culmina sin violencia, con cada barrio que aprende a resolver sus diferencias hablando.
El Departamento de Policía Bolívar celebra estos 63 años con gratitud, pero también con la mirada puesta en lo que viene. La tarea sigue, el compromiso permanece. Porque servir no es una obligación, sino una convicción. Y proteger no significa vigilar desde lejos, sino acompañar desde cerca.
Aquí, donde el río conversa con la tierra y el mar susurra sus verdades al viento, la Policía sigue firme. No desde la distancia, sino desde la cercanía que nace del respeto. Y lo seguirá haciendo mientras haya caminos que cuidar, voces que atender y vidas que proteger.