Tenía 23 años, seis antecedentes judiciales y un arma en la mano cuando tomó la peor decisión. Su huida terminó en una UCI y su historia, en una morgue.
La noche del lunes, en la Unidad de Cuidados Intensivos del Camino Adelita de Char, se apagó la vida de Danobis Rafael Navarro Blandón. Tenía 23 años y una mochila de antecedentes a cuestas. Fue alcanzado por una bala durante una persecución policial que empezó minutos después de un atraco en el barrio Siete de Abril, en el suroccidente de Barranquilla.
El reloj marcaba las 8:00 p. m. cuando los médicos confirmaron su deceso. Horas antes, según la Policía Metropolitana, Navarro había intimidado a un joven con un arma de fuego para robarle el celular. Lo que no supo entonces fue que su víctima actuaría con rapidez: alertó al cuadrante más cercano y se desató la cacería.
La persecución llevó a los uniformados hasta una zona enmontada, donde el presunto atracador intentó esconderse. Al verse rodeado, abrió fuego. Respondieron. En medio del intercambio de disparos, Danobis fue herido en la región lumbar.
Gravemente lesionado, fue trasladado al Camino Santa María y de allí remitido al Adelita de Char, donde finalmente murió.
Un prontuario anunciado
Navarro Blandón no era un nombre desconocido para las autoridades. Tenía seis anotaciones judiciales: tres por hurto, dos por concierto para delinquir y una más por porte ilegal de armas. Su historial delictivo parecía ser una cuenta regresiva.
Para muchos en el barrio, la escena no fue sorpresa. La inseguridad hace rato dejó de ser novedad y los nombres cambian, pero los finales se repiten.
La Policía investiga si Navarro actuaba solo o hacía parte de una estructura criminal. Lo cierto es que su última noche dejó tras de sí una víctima que recuperó su celular… y una ciudad que sigue contando los muertos en medio del delito.
