miércoles, mayo 14, 2025

«Mándenlos a leer»: la lección de aritmética política que CMA Comunicaciones debería repasar

En lo que podría ser un guion descartado por el realismo mágico, la firma CMA Comunicaciones y ciertos opinadores de ocasión decidieron sentar en el “cónclave” político a Honorio Henríquez, como si fuera el nuevo gran oráculo electoral del Magdalena. ¿El argumento? Que sacó 40 mil votos al Senado. Sí, cuarenta mil. Con cuatro ceros.

Hasta ahí todo sería una simple anécdota de micropolítica mal digerida, de no ser porque, en paralelo, Rafael Martínez, exalcalde, exgerente de ciudad, candidato, gobernador electo y fenómeno electoral indiscutible, sacó 125 mil votos al Senado (más del triple) y, como si fuera poco, 306 mil votos para la Gobernación del Magdalena. Pero claro, lo mandaron a él a ver desde la tribuna cómo el “gran Honorio” se toma el micrófono.

¿Alguien vio una cuenta mal hecha o simplemente ya no usan calculadora en las agencias de comunicación? Tal vez piensan que los votos de Honorio son como los de Hogwarts: mágicos, invisibles y con poderes que los multiplican por influencia divina.

Y no se puede dejar por fuera al supuesto periodista que, en su desespero por maquillar la realidad, terminó haciendo una publicación más incoherente que un discurso sin comas. Uno de esos ejemplos donde uno duda si está leyendo análisis político o un meme con filtro.

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Aquí es cuando entra esa frase que ha quedado inmortalizada en la política colombiana y que no pierde vigencia: «¡Estudien!», como diría la senadora María Fernanda Cabal. Y no solo estudien, sumen, comparen, lean el mapa electoral, porque si los números hablaran, estarían gritando que algo no cuadra.

La política necesita estrategia, sí, pero también honestidad frente a las cifras. No se puede inflar un globo con votos ajenos y esperar que no reviente en la cara.

Así que, mientras algunos inflan biografías con resultados mediocres, los verdaderos liderazgos siguen sumando donde más importa: en las urnas, en la calle y en el respaldo popular. Porque aquí no gana el que grita más, sino el que convence. Y eso, CMA y compañía, no se compra con una pauta.

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