José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, falleció este martes en Montevideo a los 89 años. La causa de su muerte fue un cáncer de esófago que le fue diagnosticado hace un año. Mujica deja un legado marcado por su honestidad, su vida austera y su lucha por una política más humana y coherente.
El exmandatario uruguayo (2010-2015) era mucho más que un político. Mujica fue un referente moral y ético en un continente muchas veces marcado por la corrupción y el clientelismo. Su estilo directo y sin pretensiones, así como su firme defensa de los valores democráticos y la justicia social, lo convirtieron en una figura respetada incluso por quienes no compartían su ideología.
Mujica fue exguerrillero tupamaro en los años 60 y 70. Durante la dictadura militar en Uruguay (1973-1985), pasó 13 años en prisión, muchos de ellos en condiciones inhumanas, incluyendo largos períodos de aislamiento. Esa experiencia, lejos de doblegarlo, forjó su carácter y su visión crítica pero constructiva de la política.
Tras su liberación, se incorporó a la vida democrática del país y fue electo senador. En 2010 asumió la presidencia de la República, impulsando reformas progresistas como la legalización del matrimonio igualitario, la regulación del mercado de la marihuana y el fortalecimiento del sistema de protección social. Lo hizo sin abandonar su estilo sobrio y campechano: vivía en su chacra en las afueras de Montevideo, conducía un viejo Volkswagen escarabajo y donaba buena parte de su salario presidencial a causas sociales.
Mujica será recordado por su coherencia entre lo que predicaba y lo que practicaba. En un contexto de creciente polarización política y desencanto con las élites, su figura se erige como un símbolo de integridad y sensatez. “El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes son realmente”, solía decir.
Su muerte marca el fin de una era: la de los líderes que hablaban menos y hacían más, que no necesitaban grandes escenarios para ser escuchados. Líderes que no buscaban seguidores, sino ciudadanos libres.
Biografía de José Mujica

José Alberto Mujica Cordano nació en Montevideo, Uruguay, el 20 de mayo de 1935. Hijo de una familia humilde, se dedicó desde joven a la militancia política. Fue uno de los principales referentes del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros, una organización guerrillera de izquierda que combatió al régimen autoritario en los años 60 y 70.
Tras su detención por parte de la dictadura uruguaya, Mujica estuvo preso durante 13 años, muchos de ellos en condiciones de aislamiento extremo. Fue liberado en 1985 con el retorno de la democracia.
En 1989 participó en la fundación del Movimiento de Participación Popular (MPP), parte del Frente Amplio. En 1994 fue electo diputado, y en 1999, senador. Durante el gobierno de Tabaré Vázquez (2005-2010), fue ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca.
En 2009 fue electo presidente de la República Oriental del Uruguay, cargo que ocupó desde 2010 hasta 2015. Su gobierno fue reconocido por su enfoque progresista en lo social, su respeto por las instituciones y su manejo pragmático de la economía.
Mujica se mantuvo activo en la política hasta sus últimos años, aunque desde 2020 se retiró del Senado por razones de salud. Pese a su retiro, siguió siendo una voz influyente en los debates públicos de Uruguay y América Latina.
Hasta el final, vivió con su esposa, la también exsenadora y ex primera dama Lucía Topolansky, en su modesta chacra en el barrio Rincón del Cerro. Allí, rodeado de perros, libros y plantas, dio ejemplo de una vida sin lujos, pero con sentido.
Su legado trasciende fronteras: José “Pepe” Mujica será recordado como un político distinto, profundamente humano, que hizo de la sencillez su forma de resistencia y del amor por el pueblo su principal bandera.