Historia macondiana que corrió como el bostezo, de boca en boca, y produjo la separación de dos jóvenes que cuatro años y medio antes se juraron amor eterno.
Por:Emilio Gutiérrez Yance
En el hogar de Francisco Díaz con Noralba Serpa, todo marchaba bien hasta que él la encontró con un enemigo oculto y la golpeó. Todo sucedió una tarde cuando Francisco, un joven bogotano, quien trabajaba en una empresa minera en el corregimiento de La Loma, regresó porque se sentía mal de salud.
Al llegar a su casa, abrió la puerta y al entrar e ingresar a su cuarto encontró a su mujer haciendo ejercicios con un consolador. Su rabia fue tal que la emprendió a golpes y destruyó el aparato.
Ella no atinaba a decir nada, cuenta una hermana de Francisco, quien ante los gritos salió de su cuarto y presenció la incómoda escena.
“Mi hermano le reclamaba por ese acto y ella no decía nada. Ante sus palabras, lo calmé y le pedí a Noralba que se vistiera”. Él, la quiso seguir golpeando, pero la hermana se interpuso, entonces él afirmó que se iba y no quería vivir más con ella.
Al esposo irse, Noralba contó que eso no era nuevo que desde hacía mucho tiempo lo hacía a escondidas, y peor era que le pegara cacho con otro hombre. Que él no se había dejado explicar, sino que la encaminó a puños. Que lo amaba y estaba agradecida por todo lo detallista que era. Que nunca le había sido infiel.
Para evitar los moretones que presentaba en la cara y el cuerpo le aplicaron medicamentos caseros, y ella nunca salió de la casa, ni tampoco quiso demandarlo porque le daba pena contar los motivos.
A Francisco, ese hecho lo tenía atormentado, y días después estando de tragos con dos amigos les contó el motivo de la separación con su joven compañera y la noticia salió a la luz pública. Se regó como verdolaga en playa y como dice el dicho “pueblo chiquito, infierno grande”.
Ella, al darse cuenta que muchos sabían sobre el caso intimo no tuvo más remedio que irse del pueblo, para donde su familia que vivía en Bucaramanga, porque ya comenzaban a burlarse e incluso le pusieron un pasquín.
Francisco quedó solo y triste lamentando ese hecho de su enemigo oculto, que lo hizo separarse de la mujer que un día conoció en un centro comercial y al poco tiempo le pidió que se casaran.
Vivieron durante cuatro años y medio hasta esa tarde cuando se dio cuenta que algo no andaba bien en su relación y que él no llenaba todos los requisitos en el campo del amor, que es caliente como las minas de carbón donde trabajaba y en la que algunos lo molestaban y lo hacían poner rabioso.
Con la inesperada separación de esta joven pareja, terminaron unos amores bonitos que un elemento externo acabó de un solo golpe. Francisco espera encontrar una mujer que no lo engañe con nada, para poder ser el titular sin tener un suplente ni dentro ni fuera de su propia casa.
De ella no se supo más, pero muchos la criticaron y otros decían que cada quien es libre de hacer lo que mejor le parezca.
