martes, mayo 6, 2025

El miedo vuelve a las tiendas de barrio: otro tendero fue atacado a bala en Malambo

En menos de 72 horas, dos tenderos del área metropolitana de Barranquilla han sido blanco de atentados armados. Las autoridades investigan si se trata de una nueva ola extorsiva.

A las 9:20 de la noche del lunes, el sonido seco de los disparos interrumpió la rutina del barrio Villa Esperanza. En la tiendaLa Niña Laura”, ubicada en la calle 5sur con carrera 4B3, Yeimer Jesús Quintero Santiago atendía su negocio como de costumbre, hasta que un hombre llegó a pie, se acercó con paso decidido, sacó un arma y abrió fuego.

El proyectil impactó a Yeimer en el abdomen y salió por la región lumbar derecha. Herido y aún consciente, fue trasladado de urgencia a la Clínica Campbell de Malambo y luego remitido a la sede principal en Barranquilla, donde permanece bajo observación médica.

La escena es parte de un patrón que se repite con escalofriante similitud. Apenas tres días antes, otro comerciante, Orlando Julio Tirado Gómez, fue baleado mientras trabajaba en su tienda “El Sol”, en el barrio Chiquinquirá de Barranquilla. El atacante, que llegó en bicicleta, lo hirió en la pierna izquierda antes de huir. En ese caso, la amenaza fue más explícita: horas antes del atentado, los empleados del local habían recibido un panfleto amenazante con un número de contacto y un plazo de dos horas para «resolver su situación».

Caso Chiquinquira
Orlando Julio Tirado Gómez, fue baleado mientras trabajaba en su tienda “El Sol”,

La coincidencia en los métodos —ataques directos, hechos por sicarios solitarios y en pequeños negocios barriales— ha llevado a las autoridades a seguir la pista de una posible ofensiva extorsiva contra tenderos de la región. El GAULA de la Policía ya asumió la investigación de ambos casos, aunque hasta el momento no se ha establecido qué estructura criminal estaría detrás de estas intimidaciones.

Los atentados han generado temor entre pequeños comerciantes del área metropolitana, quienes desde hace años han sido blanco frecuente de grupos que exigen pagos mensuales a cambio de “protección”. Muchas veces, esos cobros llegan disfrazados de amenazas por WhatsApp o panfletos dejados en la madrugada.

Las víctimas, como Yeimer y Orlando, representan el rostro más vulnerable de una realidad persistente: el crimen organizado sigue encontrando en los pequeños negocios una fuente de ingresos violenta, mientras las comunidades quedan atrapadas entre el silencio y el miedo.

Por ahora, Yeimer se recupera y Orlando permanece estable. Pero en las calles de Villa Esperanza y Chiquinquirá, el mensaje quedó claro: la extorsión vuelve a respirar, y lo hace con pólvora.

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