Cartagena vivió una noche sangrienta este domingo, cuando la violencia volvió a tocar las puertas de la ciudad, esta vez con un ataque cobarde y directo contra la fuerza pública. Dos policías fueron asesinados brutalmente mientras patrullaban en el corregimiento de Pasacaballos. Un civil que caminaba cerca también perdió la vida en el fuego cruzado.
Los hechos ocurrieron en cuestión de segundos, pero dejaron un impacto que durará mucho más. El subintendente John Jairo Evangelista Monterroza y el patrullero Andrés Felipe Carrillo Bayona fueron emboscados y acribillados por dos sicarios armados con fusiles, en lo que autoridades ya confirmaron como un ataque ejecutado por el Clan del Golfo.
“Unos individuos asesinan cobarde y vilmente a dos funcionarios de la Policía Nacional. Eran héroes de la patria que estaban cumpliendo su labor”, expresó con contundencia el general Gelver Yecid Peña, comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena.
Fuego cruzado y una víctima inocente
En medio del tiroteo, una persona de 64 años, que no tenía nada que ver con el operativo, fue alcanzada por una de las balas. Murió en el acto. Era un civil más, caminando por su barrio, sin imaginar que esa noche el crimen organizado lo convertiría en daño colateral.
“Este accionar es demencial. Estos individuos no solo matan a dos policías, también le quitan la vida a un ciudadano inocente que iba pasando por el lugar”, dijo el general Peña.
Caza contra el Clan del Golfo
La Policía confirmó que los autores del crimen serían miembros activos del Clan del Golfo, organización que ha venido extendiendo su sombra por la región Caribe.
Ya hay pistas sólidas. Se están cruzando llamadas, imágenes de cámaras de seguridad y testimonios de la comunidad. Las autoridades ofrecen hasta 100 millones de pesos de recompensa por información que permita capturar a los responsables.
“Durante toda la noche hemos recibido datos valiosos. Ya hay avances importantes para dar con la identidad de los asesinos”, aseguró el general.
¿Cartagena bajo amenaza?
Este triple homicidio no es solo un atentado contra la Policía. Es un mensaje claro de una organización criminal que no teme enfrentar de frente al Estado. Y también es una señal de alerta para la ciudadanía.
El miedo se pasea por Pasacaballos. Pero también crece la indignación. La ciudad exige justicia, y las autoridades ya están en cacería.
