Layla Vergara era más que una joven con tatuajes visibles; era hija, amiga, una mujer con sueños. Hoy su historia se convierte en una de las tantas que enlutan las calles del Atlántico, tras confirmarse su fallecimiento luego de luchar durante nueve días por su vida.
El trágico accidente ocurrió en el barrio La Central, en el municipio de Soledad. Layla iba como parrillera en una motocicleta cuando, según relataron sus familiares, un automóvil los embistió violentamente y luego huyó del lugar sin prestar ayuda.
Durante varios días, su familia no supo de ella, hasta que los tatuajes que llevaba en el cuerpo ayudaron a los médicos de la Clínica Universidad del Norte a identificarla. Su estado era delicado. Fue trasladada a la Clínica La Misericordia, donde, pese a los esfuerzos médicos, falleció.
La noticia ha conmocionado a sus seres queridos y a quienes, aunque no la conocían, siguieron su caso con esperanza. Hoy su historia se convierte en un símbolo del dolor que deja la imprudencia al volante y la falta de responsabilidad de quienes huyen en vez de asumir las consecuencias.
Las autoridades, con ayuda de cámaras de seguridad y testimonios, ya habrían identificado el número de matrícula del vehículo involucrado y a su conductor. Se espera que la justicia actúe con celeridad.
Layla se va dejando una huella, no solo en la piel, sino en el recuerdo de quienes hoy claman por justicia en su nombre.
