Por: Jegman
El sistema Transmetro, que alguna vez fue presentado como la solución para la movilidad en Barranquilla, se ha convertido en una fuente constante de preocupación para sus usuarios. Lo que debía ser un servicio de transporte público eficiente y seguro hoy se encuentra marcado por la inseguridad, el deterioro y la falta de organización.
Inseguridad en las estaciones y buses
Cada noche, entre las 6:30 p. m. y las 8:30 p. m., las estaciones del sistema, especialmente en la ruta hacia el sur de la ciudad, se convierten en un blanco fácil para la delincuencia. La iluminación deficiente, las rejas abiertas y la falta de control permiten que los delincuentes ingresen sin pagar y operen sin restricciones. Los pasajeros, en su intento por llegar a casa, se ven expuestos a robos constantes mientras la presencia de personal de apoyo resulta ineficaz.
La “operación cosquilleo” es una de las modalidades más frecuentes. Los ladrones se mezclan con la multitud y despojan a las personas de sus pertenencias sin que nadie haga nada para impedirlo. La sensación de vulnerabilidad es generalizada, y los usuarios denuncian la falta de respuesta por parte de las autoridades y la administración del sistema.

Deterioro y caos en el servicio
Más allá de la inseguridad, la ineficiencia y el abandono también caracterizan a Transmetro. Las largas filas, los retrasos injustificados y la falta de información sobre las rutas han convertido los viajes en una experiencia frustrante. Las estaciones carecen de lo más básico: no hay cestos de basura, la limpieza es deficiente y los tableros electrónicos para informar los horarios simplemente no funcionan o han sido retirados.
Los usuarios también enfrentan la impuntualidad de los buses y la mala orientación por parte del personal del sistema. Preguntar por una ruta se vuelve un ejercicio inútil cuando las respuestas son imprecisas o contradictorias. En medio del desorden, la desesperación de los pasajeros provoca enfrentamientos y situaciones de tensión en las estaciones.
El costo del pasaje: más alto, pero sin mejoras
Mientras las condiciones del servicio se deterioran, el precio del pasaje sigue aumentando. Sin embargo, este incremento no se traduce en una mejor experiencia para los ciudadanos. Estaciones emblemáticas como Joe Arroyo y Nuestro Atlántico reflejan el abandono con estructuras deterioradas, exceso de publicidad y la ausencia de guías después de las 6:00 p. m.
Este panorama desalentador plantea una pregunta clave: ¿hacia dónde va la movilidad en Barranquilla? Si Transmetro no toma medidas urgentes, los ciudadanos podrían verse obligados a depender nuevamente de los buses tradicionales, con rutas desordenadas y conductores que ignoran los paraderos.
Por otro lado, los orientadores de tránsito, en lugar de mejorar la circulación vehicular, muchas veces entorpecen el tráfico o buscan refugio en la sombra sin aportar soluciones efectivas.
La necesidad de un cambio inmediato
La administración distrital tiene en sus manos la responsabilidad de tomar medidas urgentes para garantizar un transporte público digno, seguro y eficiente. Es momento de responder a las necesidades de los ciudadanos y evitar que el sistema siga hundiéndose en la ineficacia.
Barranquilla merece un transporte que realmente funcione. La pregunta sigue en el aire: ¿habrá soluciones o seguirá Transmetro siendo una trampa para sus usuarios?