Inseguridad en Barranquilla: ¿Dónde está la intervención real de las autoridades?
El crimen del fiscal 30, Norbey Ruiz Correa, ocurrido el miércoles 19 de febrero en el barrio Galán de Barranquilla, ha destapado la cruda realidad de la ola delincuencial que azota la ciudad y su área metropolitana. Este asesinato, pone en evidencia la vulnerabilidad de aquellos funcionarios encargados de administrar y hacer cumplir la justicia en Barranquilla.
¿Acaso ni siquiera los fiscales están a salvo?
Este lamentable suceso es muestra de la precariedad del sistema de seguridad en la ciudad. Si un fiscal, cuya función es precisamente combatir la delincuencia y llevar a los criminales ante la justicia, se convierte en víctima de la violencia, ¿qué se puede esperar para el resto de la ciudadanía?. Las autoridades locales, y en especial la Policía Metropolitana de Barranquilla, parecen estar en un estado de parálisis frente a esta grave crisis.
Mientras el Distrito sigue anunciando inversiones en equipamiento, vehículos y tecnología para la Policía, lo cierto es que la población en general sigue pagando el precio con sus vidas. Los homicidios pueden haber disminuido en cifras en estos últimos días, pero la calidad y el perfil de las víctimas han cambiado dramáticamente. El martes 18 de febrero, un hombre fue asesinado en el barrio Los Ángeles III, propietario de una panadería. Al día siguiente, el fiscal Ruiz Correa, quien trabajaba como delegado ante los jueces penales municipales, cayó víctima de la violencia. Los especialistas en seguridad ya se están preguntando si los casos que Ruiz llevaba en su cargo podrían tener alguna relación con su muerte.
«El fiscal Norbey Ruiz trabajó en el municipio de Soledad, y sería importante revisar su hoja de vida y los casos que llevaba. Es posible que esos casos hayan influido en su trágico destino», señalan expertos consultados.
La situación es más que alarmante. Las autoridades no pueden seguir limitándose a ofrecer recompensas millonarias en ruedas de prensa mientras la ciudad se hunde en una espiral de inseguridad. La Oficina de Seguridad del Distrito, bajo la dirección de Yesid Turbay, debe «espabilarse» y replantear sus estrategias con urgencia.
Es hora de que los planes de seguridad sean verdaderamente efectivos y de que se pongan en marcha acciones preventivas y concretas para frenar la escalada de violencia que día a día asfixia la tranquilidad de lo que hace años fue, el mejor vividero de Colombia.
¿Dónde está la supuesta intervención de Bogotá?
¿Dónde está la intervención de la Dirección General de la Policía?
¿De qué sirven las famosas recompensas si el daño está hecho y siguen matando?
Mientras tanto, Barranquilla sigue siendo un campo de batalla, no solo para las bandas criminales, sino también para los mismos funcionarios encargados de luchar en los estrados contra ellas.
No se entiende como brindará el distrito «seguridad» si a pocos días de la guacherna, asesinan a un fiscal, ¿Qué más vendrá?.
Sicario que mató al Fiscal Norbey Ruiz recuperó su libertad tras estar preso

José Ignacio Londoño Cordero, el sicario responsable del asesinato del fiscal Norbey Ruiz Correa, recuperó su libertad tras haber estado preso. Londoño, quien registraba varias anotaciones judiciales por delitos graves, fue capturado en septiembre del año pasado junto a otras tres personas. Sin embargo, a pesar de haber tenido la oportunidad de reflexionar sobre su futuro y cambiar su rumbo, optó por continuar en el mundo del crimen.
En un comentario reciente, Londoño expresó: “Cierto, amiguita, aquí estoy aprovechando la segunda oportunidad que me ha regalado Dios, al lado de mi viejita que siempre ha estado a mi lado”. Su liberación y actitud muestran una alarmante indiferencia ante el daño causado y la justicia que aún está pendiente.
El caso pone en evidencia la cuestionable efectividad de las medidas judiciales en el país y la continua reincidencia de delincuentes peligrosos, generando preocupación sobre la seguridad y el compromiso del sistema judicial con la rehabilitación de los criminales.
Si le roban la placa de una motocicleta de la Policía frente al CAI en medio de un operativo de control, ¿que podemos esperar?
Para recordar que hace unas semanas se registró un hecho absolutamente insólito, cuando delincuentes robaron la placa de una motocicleta oficial de la Policía en plena carrera 44 con 72 (frente al CAI), justo frente a un operativo de control de tránsito conformado por diez policías y un CAI de la misma institución. Este robo, ocurrido en el mismo momento en que se suponía que las autoridades trabajaban para mantener el orden, expone de manera vergonzosa la ineficacia de los operativos de seguridad en Barranquilla.
Mientras los agentes se enfocaban en sancionar a conductores, los criminales, sin ningún tipo de temor, se apoderaron del bien del Estado frente a la mirada impasible de los mismos policías encargados de protegernos. Este incidente deja una alarmante pregunta: si quienes deben garantizar la seguridad de la ciudad no pueden proteger ni sus propios bienes, ¿cómo podemos confiar en que nuestras vidas y propiedades estén seguras?
Es evidente que la falta de control y respuesta ante el crimen ha alcanzado niveles preocupantes. Barranquilla necesita respuestas claras y acciones contundentes. Si los bandidos ya están robando y asesinando a los encargados de velar por la ley y el orden, como decía el Chapulín Colorado; «¿Quién, podrá defendernos?
¿Seguridad para Shakira, pero qué pasa con el resto de Barranquilla?
La Policía Metropolitana de Barranquilla ha desplegado un operativo de seguridad sin precedentes para los conciertos de Shakira en el Estadio Metropolitano, con 1.200 efectivos, inspecciones previas y el uso de tecnología avanzada como lectores biométricos para garantizar la seguridad durante los días 20 y 21 de febrero. Todo parece estar bajo control, pero la pregunta es:
¿Es esta la misma prioridad que se le da a la seguridad del resto de la ciudad?
Mientras la capital del Atlántico se engalana para recibir a la estrella barranquillera, con planes de seguridad exhaustivos y detallados, los barranquilleros siguen enfrentando la creciente ola de inseguridad que azota los barrios, con robos a plena luz del día, homicidios y delitos que parecen no tener fin.
¿Por qué la ciudad puede contar con un despliegue de seguridad impresionante para unos pocos días de conciertos, pero no con una protección constante y real para los ciudadanos que enfrentan el peligro a diario?
Es claro que la seguridad en Barranquilla se incrementa solo en eventos «de alto perfil», como conciertos o ciertas fechas de Carnaval, pero… ¿y el resto del tiempo?
¿Por qué se prioriza la seguridad de unos pocos, mientras el resto de la población sigue desprotegida y vulnerable?
Barranquilla no solo necesita seguridad cuando Shakira está en la ciudad; necesita planes de acción efectivos que garanticen la protección de todos, sin distinción, todos los días del año.
Las promesas de seguridad y los operativos especiales están muy bien para ciertos eventos, pero es hora de preguntarnos: