Por David Awad V.
Monómeros, una de las empresas más emblemáticas del sector agroquímico en Colombia, enfrenta una crisis estructural que pone en riesgo no solo su futuro, sino la vida de más de mil trabajadores que laboran en sus instalaciones en Barranquilla.
Las condiciones de la empresa, que históricamente ha apoyado al agro colombiano, se encuentran en un estado alarmante, con estructuras deterioradas, columnas agrietadas y pisos fracturados.
Según un informe reciente, las instalaciones de Monómeros no han recibido el mantenimiento necesario, lo que genera un ambiente de trabajo peligroso. El deterioro es tan grave que la seguridad de los empleados está en riesgo constante. La empresa, que ha jugado un papel clave en la producción de fertilizantes, enfrenta la posibilidad de colapsar si no se toman medidas urgentes.
El presidente Gustavo Petro, que ha sido criticado por su postura política sobre la venta de la empresa, se enfrenta ahora a un dilema más serio: ¿Dejará que esta situación siga empeorando o tomará decisiones que garanticen la seguridad de los trabajadores y la sostenibilidad de la empresa? La restauración de Monómeros podría costar cerca de 100 millones de dólares, con una parte significativa de esta cifra destinada a reparar la infraestructura portuaria.
El estado crítico de Monómeros también pone en peligro el desarrollo agrícola de Colombia, ya que su caída tendría consecuencias devastadoras tanto económicas como sociales. Empleos perdidos, una mayor dependencia de importaciones y un golpe directo a la industria nacional son solo algunos de los posibles efectos de este desastre.
Los trabajadores de Monómeros exigen que se actúe de inmediato para evitar lo que podría convertirse en una tragedia evitable. La pregunta ahora es si el gobierno tomará las riendas de esta situación antes de que sea demasiado tarde.
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