A tan solo unos días de la Navidad de 1944, Lupe Vélez, la célebre actriz mexicana, atravesaba un momento de profunda desesperación y desilusión.
Por David Awad V.
A los 35 años, y tras años de inestabilidad profesional, parecía que su carrera ya no tenía salvación. Tras su última película en México, Naná (1943), regresó a Hollywood, donde las puertas del cine se le cerraban cada vez más. Con la alegría apagada y la vida personal en ruinas, su relación con Harold Ramond se desmoronaba, mientras ella, embarazada de él, soñaba con regresar a México.
El 14 de diciembre, tras una fiesta en su mansión de North Rodeo Drive, Lupe Vélez fue hallada gravemente enferma y, después de un intento fallido de reanimación, se dictaminó su muerte por suicidio a causa de barbitúricos. Tenía cuatro meses de embarazo.
Su fallecimiento conmocionó a la industria y a su país natal. Fue expuesta en la capilla de Forest Lawn, y miles de personas se despidieron de ella antes de que su cuerpo fuera enviado a México, donde la esperó una multitud abrumadora, dispuesta a rendirle un último homenaje.
Aunque su vida se extinguió en un instante de desesperanza, Lupe Vélez logró su último deseo: regresar a México, donde su funeral se convirtió en el más multitudinario en años.
