Por David Awad V.
En 1947, en la ciudad de Barranquilla, nació una sala de cine que se convertiría en uno de los referentes más entrañables de la vida cultural y cinematográfica de barrio: el Cine Caribe, que con el paso de los años y una serie de transformaciones, sería conocido como el emblemático Teatro Caribia.
Su génesis no fue precisamente en el barrio El Silencio, sino en la calle 44, entre las carreras 44 y 45, en el corazón de la ciudad. Allí, el Cine Caribe fue inaugurado por los hermanos Víctor y Antonio Abuchaibe, quienes vieron la oportunidad de ofrecer a los barranquilleros una sala de cine que se convirtiera en un punto de encuentro para los amantes del séptimo arte.
El primer filme proyectado en su gran pantalla fue La Luz que agoniza, una emotiva película protagonizada por Charles Boyer, Ingrid Bergman y Joseph Cotten, marcando el inicio de una larga tradición cinematográfica en Barranquilla.
Sin embargo, poco después, en 1948, el cine se vio obligado a cambiar su nombre, y fue rebautizado como Caribia. Este nuevo nombre reflejaba no solo una renovación del espacio, sino también la necesidad de adaptarse a los cambios que traía consigo el paso del tiempo y las demandas del público. A lo largo de los años, el Teatro Caribia pasó por diferentes dueños, pero siempre mantuvo su esencia como un lugar de encuentro para las familias, los amigos y todos aquellos que buscaban escapar de la rutina diaria a través del cine.
A finales de la década de los 60 y principios de los 70, el cine experimentó una crisis debido a la disminución de los espectadores. Ante esta situación, el Teatro Caribia decidió mudarse al barrio El Silencio, con la esperanza de reactivar su taquilla. Fue en este nuevo espacio donde el teatro alcanzó su mayor popularidad. En 1972, el cine reabrió sus puertas con una propuesta innovadora: los jueves de Caribia.
Quienes tuvieron la suerte de disfrutar del teatro en esa época recuerdan con cariño los jueves especiales, cuando las entradas 2×1 se convirtieron en una tradición que atraía a multitudes de barranquilleros. Las hileras de sillas verdes metálicas, unidas y fijadas al suelo, bajo un techo descubierto, se convirtieron en parte del ritual que definió al Caribia como un lugar único en la ciudad.
Pasados los años, en la década de los 80´s, el Teatro Caribia y su giro en los jueves, ya dejó de ser familiar, para convertirse en una funsión solo para adultos con peliculas xxx.
El Teatro Caribia fue más que un simple cine. Fue un testigo de la evolución social y cultural de Barranquilla, un espacio que acogió tanto a los más jóvenes como a los adultos, y que marcó generaciones de cinéfilos. A lo largo de su existencia, el teatro fue el escenario de grandes estrenos y de las películas más queridas de su época, creando un vínculo emocional con su público.
Aunque el paso de los años y las nuevas formas de entretenimiento llevaron al cierre definitivo del teatro, hoy, gracias a voces como la de Álvaro Enrique Ruíz Hernández, periodista y cronista, (QEPD) y José Antonio Nieto Ibáñez, historiador, podemos revivir la historia de este icono cultural de Barranquilla.
El Teatro Caribia dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de la ciudad, siendo un lugar que, aunque ya no existe como lo conocimos, sigue vivo en los recuerdos de todos aquellos que disfrutaron de sus funciones.
El Teatro Caribia fue, sin lugar a dudas, un emblema del cine en Barranquilla, un espacio que simbolizó la magia del séptimo arte en una época dorada que sigue resonando en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de conocerlo.
Pero todo llega a su fin, los tiempos cambian y como muchos extintos teatro y cines en la ciudad, El Caribia terminó convertido en un parqueadero, pasando luego a ser un supermercado autoservicio llamado ‘Caribia Express y finalmente una supertienda Olímpica.
