En un nuevo hecho de violencia en el norte de Colombia, tres personas fueron asesinadas en una masacre ocurrida el 5 de octubre en la vereda Aspasica, en la zona rural del municipio de La Playa de Belén, en Norte de Santander. Entre las víctimas se encuentra Carlos Rafael Henríquez De Lima, un barranquillero que, según allegados, se encontraba trabajando en la región como caficultor, según conoció Pasa La Voz por parte de allegados a Henríquez.
De Henriquez De Lima se supo que residía en el barrio El Pueblito, al sutroccidente de Barranquilla, donde la nefasta noticia los tomó por sorpresa, pues no tenían noticias de él desde el 5 de octubre, solo al 8 días despues, fue que se enteraron y hasta a finales de la semana anterior, fue envíado a su ciudad natal para sus exequias.
La noticia de su muerte llegó a sus familiares recién el martes pasado, quienes habían perdido contacto con él desde hacía un tiempo. La Policía Judicial de Norte de Santander investiga el caso y busca dar con los responsables de este brutal ataque.
Según información preliminar de las autoridades, los tres hombres fueron encontrados en la carretera rural, cerca de una cancha de fútbol, con las manos amarradas y múltiples impactos de bala. Los cuerpos fueron reportados por los residentes de la zona, quienes aseguraron que las víctimas no eran conocidas en el lugar, lo que ha alimentado la hipótesis de que se trataría de forasteros, posiblemente involucrados en actividades relacionadas con el narcotráfico o enfrentamientos entre grupos armados ilegales.
El periodista John Jairo Jácome Ramírez, del diario La Opinión, indicó que las víctimas fueron halladas en un estado de desolación y ejecución, lo que sugiere un crimen organizado de alto impacto.
El Catatumbo, región reconocida por su convulsionada situación de orden público, es una de las zonas más afectadas por la presencia de grupos armados ilegales. En esta área operan disidencias de las Farc, facciones del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y bandas criminales asociadas al narcotráfico, lo que ha convertido al territorio en un escenario constante de confrontaciones violentas y masacres.
El abogado y analista de seguridad Yamid Rodríguez, quien también ha informado sobre el caso en sus redes sociales, mencionó que los residentes locales han señalado que las víctimas no eran oriundas de la zona, una era de Barranquilla y fue debidamente identificada por familiares hasta hace unos 8 días (Carlos Rafael Henríquez De Lima), lo que refuerza la idea de que el crimen puede estar relacionado con conflictos derivados del narcotráfico.
Este asesinato múltiple se convierte en la masacre número 51 registrada en lo que va del año en Colombia, según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz). La Fundación lamentó el suceso y emitió un comunicado en el que expresó su preocupación por la violencia que afecta a la región del Catatumbo, señalando que el conflicto armado y el narcotráfico siguen siendo factores cruciales en la vulneración de los derechos humanos de los habitantes de esta zona.
La Defensoría del Pueblo también se ha pronunciado sobre la masacre, advirtiendo que la violencia en el Catatumbo pone en riesgo la integridad de la población civil y que se debe poner especial atención a la violación de derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario en el contexto de los enfrentamientos entre grupos armados.
Un panorama incierto
La violencia en el Catatumbo continúa siendo un reto para las autoridades colombianas, que buscan identificar y judicializar a los responsables de este y otros crímenes ocurridos en la región. Sin embargo, la presencia de múltiples actores armados y el control territorial que ejercen sobre las zonas productoras de cocaína complican la seguridad y el accionar de las fuerzas de seguridad en el área.
Las investigaciones siguen su curso y, aunque las autoridades se encuentran trabajando para esclarecer los hechos, la situación sigue siendo incierta para los habitantes del Catatumbo, que viven bajo la constante amenaza de la violencia.
