Por David Awad V.
Cuando empece a trabajar por primera vez en una empresa, lo hice en Cabarría S.A. donde me desempeñé como mensajero mientras cursaba mis estudiosen la universidad. En aquella época la ciudad contaba con infinidades rutas de buses a cualquier hora y para todo lugar. La empresa en la cual trabajé estaba ubicada en la calle 30 con carrera 19, sitio estratégico para atender a sus clientes tanto de Soledad, Malambo y Barranquilla, para lo cual los buses que utilizaba pasaban constantemente por un templo de la musica salsera «El Boricua»(calle 30 con carrera 29), sitio por donde pasaba constantemente y así me dejé envolver por la musica puertoriqueña aún más, pero mucho llamó mi atención el tema “Un jíbaro en San Juan”, interpretado a simple oído por un niño que poco después supe que se llamaba Miguelito.
Es importante destacar que, en Barranquilla, el bar “El Boricua” resonaba la salsa brava de la época, sin embargo, nunca entré allí, quizás por su ubicación y el temor de no conocer bien la zona, algo retirada de casa. Otros duros en la música salsa dura eran ‘El Ipacaraí’, ‘La 100’, ‘El Taboga’ y otros que se me escapan de momento si tuve la fortuna de visitar. En todos escuché este tema que, aunque no entendía su significado, se grabó en mi memoria «La Mancha de Guineo».
Ahora bien, me refiero a este temazo musical cuya letra de “Un Jíbaro en San Juan” menciona la “Mancha de Guineo”, una frase que, años después, el Gran Combo de Puerto Rico volvería a citar. Sin embargo, nunca me detuve a investigar su significado hasta que algún domingo en el apartamento mi esposa al escuchar el tema me preguntó lo que siempre había sido un interrogante para mí, “¿Qué es la mancha de guineo?”.
Como a estas alturas de la vida, nunca me quedó con una duda, teniendo muy en cuenta el tema borinqueño, me dediqué a investigar acerca de las tradiciones y costumbres puertorriqueñas.
Fue entonces en una época de carnavales del año 2010, yo trabajaba en el Aeropuerto Ernesto Cortissoz en calidad de Asistente de Seguridad Aeroportuaria y en horas de la madrugada tras la participación en el ‘Festival de Orquesta‘, regresaba a su ciudad de origen el ‘Gran Combo de Puerto Rico’, en ese momento de su estadía se vivió en la sala de espera un total ambiente de compañerismo, jolgorio y «mamadera de gallo», muy parecido al ambiente vivido en la época escolar, donde las bromas y risas entre si, era la constante, algo muy distintos a otras orquestas con sus integrantes, confieso que me sorprendió la sencillez y me dio la confianza para sostener un breve encuentro fortuito con Charlie Aponte y Papo Rosario, este último, fue quien despejó mi interrogante de tanto tiempo sobre la “Mancha de Guineo”.
Él, en principio se sorprendió por la pregunta, pues era la primera vez que se la formulaban, sonríe y me dice «Óyeme, sabes que eso hace referencia a los campesinos puertorriqueños, porque vincula el guineo verde que mancha la ropa que cargan en la bananeras, pero los jíbaros llevan esa “mancha” con orgullo, como símbolo de su conexión de la tierra y su cultura», concluyó su explicación en un lenguaje de barrio, lleno de humildad y sentimientos encontrados por su tierra natal.
Duda resulta en nuestro hogar y compartido con ustedes, seguimos con ‘Miguelito‘, el niño del galillo inalcanzable.
Miguelito, cuyo nombre real era Miguel Ángel González Sánchez, fue un talento efímero en la música. A los 11 años, su voz dulce cautivó a un productor en el aeropuerto de San Juan, lo que le permitió grabar un disco con grandes músicos de la salsa. Desafortunadamente, su vida se apagó trágicamente, pero su legado perdura a través de sus canciones.
“Un jíbaro en San Juan” y “Canto a Borinquen” son testimonio de su talento, un recordatorio de la belleza de la música jíbara y su significado cultural.
Miguelito: de las calles de Puerto Rico al Madison Square Garden
La historia de Miguel Ángel González Sánchez, se basa en un completo relato de talento, sueños y tragedia que ha capturado la atención del cineasta australiano Sam Zubrycki plasmada en su documental, “Miguelito: Canto a Borinquen”.
Miguelito creció en un entorno modesto en Puerto Rico, donde su voz excepcional le permitió ayudar a su familia que vivía en el cacería Manuel A. Pérez, lo hizo luego de embolar zapatos mientras cantaba en las calles y en los alrededores del aeropuerto, en donde su gran talento llamó la atención del renombrado productor discográfico Harvey Averne, quien vio en el niño de apenas once años un futuro brillante. Averne no solo produjo su álbum titulado «Canto a Borinquen (Elogio de Puerto Rico)», sino que también organizó un histórico concierto de salsa en el icónico Madison Square Garden de Nueva York.
Con la esperanza de que su carrera despegara, la familia de Miguelito se mudó a Nueva York. A pesar de que sus canciones se convirtieron en éxitos de culto en toda Latinoamérica, el disco no logró el éxito financiero esperado. Tras esta desilusión, la familia regresó a Puerto Rico, y Miguelito desapareció del radar de Averne y del mundo de la música.
La historia de Miguelito estuvo envuelta en rumores: algunos decían que había muerto en un accidente automovilístico, otros afirmaban que estaba en prisión. Motivado por la curiosidad y la necesidad de conocer la verdad, Sam Zubrycki se propuso investigar lo que realmente había sucedido.
El documental no solo se centra en la vida de Miguelito, sino que también presenta actuaciones de grandes músicos de salsa como La Sonora Ponceña, Papo Lucca, Nelson Feliciano y Máximo Torres, quienes aportan su perspectiva sobre la vida y el legado del joven artista. A medida que Zubrycki conecta con la familia de Miguelito y trae de vuelta a Harvey Averne a Puerto Rico, la verdadera historia comienza a desvelarse, revelando las luchas y los sueños de un niño que una vez brilló intensamente en el mundo de la música.
“Miguelito: Canto a Borinquen” no solo es un homenaje a un talento perdido, sino también una reflexión sobre los caminos que la vida puede tomar, mostrando cómo un pequeño niño de los barrios pobres de Puerto Rico pudo alcanzar grandes alturas y cómo su historia continúa resonando en el corazón de la música latina.
Breve biografía:
Miguel Ángel Gonzáles Sánchez, conocido como Miguelito, fue un prodigioso cantante puertorriqueño nacido en el barrio Manuel A. Pérez. Desde temprana edad, ayudó a su familia en dificultades económicas cantando en las calles de Puerto Rico. Su talento llamó la atención del célebre productor Harvey Averne, quien lo descubrió en el aeropuerto de San Juan cuando Miguelito tenía solo once años.
Averne produjo su álbum debut, «Canto a Borinquen (Elogio de Puerto Rico)», y organizó un espectacular concierto en el Madison Square Garden de Nueva York, donde Miguelito compartió escenario con grandes figuras de la salsa, como Eddie Palmieri. A pesar de que sus canciones, como «Payaso» y «Canto a Borinquen», se convirtieron en éxitos de culto en América Latina, el álbum no logró el éxito financiero esperado.
Tras el regreso de su familia a Puerto Rico, Miguelito desapareció del radar de la industria musical. Su historia fue objeto de investigación por el cineasta Sam Zubrycki, quien, junto a Harvey Averne, se propuso desenterrar el misterio detrás de su repentina desaparición. Su vida y legado, inmortalizados en el documental «Miguelito: Canto a Borinquen», celebran la riqueza cultural de la música caribeña y la historia de un niño prodigio que brilló brevemente en el firmamento musical.