“El florero de Llorente”: sombrero de Carlos Pizarro genera polémica generada como Patrimonio Cultural

El anuncio por parte del Ministerio de Cultura de Colombia de declarar el sombrero de Carlos Pizarro Leongómez como patrimonio cultural nacional ha desatado un intenso debate en el país.

Pizarro, reconocido líder del M-19, fue exaltado durante una ceremonia en Estocolmo, donde el presidente Gustavo Petro recibió el símbolo de manos de los exmiembros de la guerrilla, conocidos como los Oficiales de Bolívar.

La entrega del sombrero, utilizado por Pizarro al firmar el histórico acuerdo de paz con el gobierno de Virgilio Barco, fue vista por Petro como un gesto significativo de paz y reconciliación. Sin embargo, esta decisión ha generado controversias y críticas, especialmente por parte de quienes consideran que exaltar símbolos asociados con grupos armados puede ser interpretado como una falta de sensibilidad hacia las víctimas del conflicto armado en Colombia.

Felipe Zuleta, destacado periodista, expresó su preocupación por las percepciones de las víctimas: “Quisiera saber qué piensan las víctimas”, señalando que, aunque reconoce el esfuerzo de Pizarro por el proceso de paz, exaltar símbolos del M-19 podría revictimizar a quienes sufrieron a manos de este grupo guerrillero.

La opinión de Elena Urán, hija del magistrado Urán desaparecido durante la toma del Palacio de Justicia, también refleja este sentimiento. Urán manifestó que la declaración del sombrero como patrimonio cultural podría interpretarse como un homenaje a los victimarios, subrayando el dolor y la pérdida de muchas familias colombianas durante el conflicto.

Por otro lado, Héctor Riveros, panelista en el debate, señaló que aunque no está de acuerdo con la exaltación de símbolos del M-19, rechazarla de manera absoluta podría dificultar la construcción de símbolos de reconciliación necesarios para Colombia.

El sombrero de Carlos Pizarro ha desatado un profundo análisis sobre la memoria histórica y los caminos hacia la reconciliación en Colombia. Mientras algunos ven en este gesto un paso hacia la reconciliación, otros insisten en la necesidad de que los símbolos de reconciliación sean inclusivos y respetuosos con el dolor de todas las víctimas del conflicto.

Este debate continuará alimentando las discusiones sobre la memoria, la reconciliación y la construcción de un futuro de paz en Colombia.