El pasado 22 de marzo, la Fiscalía General de la Nación y la Sociedad de Activos Especiales (SAE) llevaron a cabo el desalojo de la vivienda ubicada en la carrera 38 # 18 – 70 en Medellín, conocida como el museo de Pablo Escobar que administraba Roberto Escobar Gaviria alias El Osito, hermano del capo.
Este desalojo, que fue el tercer intento debido a la resistencia de Roberto Escobar, reveló una historia de engaños y traiciones entre hermanos en una casa que fue comprada por el cartel de Medellín durante la guerra contra el Estado.
En 1993, Pablo Escobar ordenó comprar la vivienda, que en ese momento fue puesta a nombre de Hernando Del Río Duque, uno de sus hombres de confianza. Tras la muerte de Escobar, la casa debía pasar a manos de una de sus hermanas, pero siguiendo la línea de no dejar cosas de valor a nombre de la familia, se decidió dejar como propietaria a Gloria Restrepo de Velásquez, quien trabajaba para la familia.
Restrepo de Velásquez, encargada de hacer masajes para la familia, aceptó asumir la responsabilidad de la propiedad a cambio de un pago. Sin embargo, los pagos fueron incumplidos y las deudas de la vivienda empezaron a acumularse.
En este punto, Roberto Escobar intervino en la historia y, tras amedrentar a una de sus hermanas, convenció a Restrepo de embargar la vivienda para pagar las deudas y evitar su pérdida. Posteriormente, Roberto Escobar registró una compraventa del inmueble por más de 1.000 millones de pesos, quedando la casa a nombre de Gilma Aidee Urdinola Ospina, esposa de uno de los hijastros de Roberto Escobar.
Gilma Urdinola Ospina es medio hermana de Iván Urdinola Grajales alias El Enano, fundador del cartel del Norte del Valle junto a Orlando Henao Montoya. Esta conexión revela cómo la propiedad del cartel de Medellín terminó a nombre de una tercera persona, pero administrada por Roberto Escobar.
Las autoridades continúan investigando otras propiedades relacionadas con la familia Escobar que podrían estar a nombre de familiares del capo fallecido en 1993.
