El rincón del poeta: Volverá

Por Jaime Guzmán

En una alegre mañana, la esperanza, que había dormido sobre los tonos fríos de la noche, despierta como una sorpresa de la vida.

El cielo estalla repentinamente en colores gracias a nuestro padre celestial, que desde el firmamento observa optimista a todos sus hijos que admiran la pintura más hermosa creada por él.

En la misma ciudad, en una casa azul, vive en su cuarto una niña de 8 años llamada Ángela. Tiene el cabello liso, una mirada alegre, piel blanca y una contextura delgada. Ese día, Ángela se levanta más temprano, dejando a un lado su almohada compañera de todas las noches. De manera espontánea, comienza a escribir una historia que cambiaría su vida y la de Sebastián, su mejor amigo. Sebastián, un jovencito de cabello castaño, piel blanca y contextura gruesa, habita en la casita blanca con ventanas verdes cerca de Ángela. Comparten su desayuno y se respetan mutuamente.

Un lunes, Sebastián invita a Ángela a salir a esos bellos parques que la ciudad ya ha olvidado. Ellos, conscientes de su importancia, los cuidan: riegan las plantas, no arrojan basura al pasto, siembran árboles y muestran los valores que todos los ciudadanos deberían seguir.

A estos dos chicos y otros amiguitos como María, Jesús David y Santiago, del mismo barrio, nada se les escapa. Llevan de la mano sus diferentes ideas y las complementan, lo que demuestra mucha tolerancia entre los más grandes y los más pequeños. Por ejemplo, Sebastián, después de estudiar, recicla desde hace un año, cuida a los animales y plantas, y enseña a sus amigos. Ángela, que es muy estudiosa, les muestra a todos la importancia de vivir en sociedad.

Cuando llegan a casa, demuestran respeto, tolerancia y responsabilidad en cada una de sus familias y en las de todos sus amigos, porque lo más importante es cumplir la voluntad de Dios y hacer el bien común, ya sea en el mar, el río, las fábricas, las empresas y otros lugares atractivos de la ciudad.

De regreso, cumplen con sus tareas y pasan la tarde regando nuevamente las plantas y flores del jardín de Ángela, alimentando a los diferentes animales y mirando con esperanza hacia el horizonte, sin dejar de ensoñar en el mañana y en la obra celestial.También escuchan el susurro de la brisa, que hace que los árboles se estremezcan de emoción, y no olvidan el canto de varios pájaros que, a lo lejos, van trinando en bandadas que poco a poco se acercan, pues pronto será la hora de dormir y al día siguiente, estos niños deben cumplir con sus responsabilidades escolares.

Se despiden mientras la noche cae y el firmamento se vuelve más oscuro. Sin embargo, al día siguiente, la obra de arte de Dios, al igual que la de ellos, será más brillante que nunca.