La convivencia entre el estado y la mafia

Ulises Redondo Cienfuegos

Por Ulises Redondo Cienfuegos

El Estado es una expresión de la clase dominante. El capitalismo moderno no puede ser comprendido si no se toman en cuenta las nuevas funciones desempeñadas por el Estado en el desarrollo del mismo. “… Cada una de las “economías nacionales” desarrolladas, en el sentido capitalista de la palabra, se ha transformado en una especie de trust nacional de Estado”, expresaba Nicolai Bujarin en su obra La economía mundial y el imperialismo publicada por primera vez en 1918.

Para Bujarin, el capitalismo moderno se tipifica porque “…nos encontramos en presencia de un proceso de centralización acelerada en el seno del trust capitalista nacional que se desarrolla en su forma más elevada, forma que no es el socialismo de Estado, sino el capitalismo de Estado.

Por eso, hablar de socialismo de Estado es una contradicción hasta cierto límite teórico. En la práctica no ha existido socialismo, pero esa realidad no mata el sueño de la utopía: “No puede morir lo que aún no ha nacido”. La expresión: capitalismo de Estado se ajusta más a la realidad que vivía Rusia en su intento por modificar las relaciones de producción. Lo vivieron en carne propia Lenin y Bujarin como dirigentes de la Revolución Socialista Bolchevique en 1917.

Para ser partidarios teóricos del socialismo (llámese izquierda) es una obligación estudiar las teorías de Marx y Engels sobre el capitalismo y la teoría-práctica-teoría que tuvo que aplicar Lenin durante la crisis económica que vivió Rusia cuando los bolcheviques llegaron al poder. Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria. Lenin aporta una variable al capitalismo de Estado de Bujarin al plantear la dictadura del proletariado como fase de transición necesaria para llegar al socialismo. Es menester estudiar las teorías sobre el capitalismo y el Estado moderno para no caer en lo que Lenin denominó como infantilismo de izquierda, refiriéndose a los comunistas de izquierda liderados por Bujarin, siendo éste un connotado teórico del partido Bolchevique.

Vayamos al Estado moderno partiendo del hecho que es un aparato de la clase dominante. Con el filósofo inglés, John Locke (1632-1704), considerado “Padre del liberalismo clásico”, se inaugura el Estado moderno con la separación de los poderes públicos. Según sus ideas, el Estado tiene como misión principal proteger tres derechos naturales: la vida, la libertad y la propiedad privada. A estos tres derechos se añade un cuarto: el derecho a defender estos derechos, así como cualquier otra libertad individual de los ciudadanos, que el ciudadano cede al Estado mediante un consenso recogido por escrito o constitución. Con Locke, por primera vez, la propiedad privada es protegida por la ley.

Lo que no alcanza a explicar Locke es cómo se adquiere esa propiedad. ¿Cómo se acumulan enormes cantidades de capital en pocas manos? Y cómo se centraliza, después. Allí el Estado juega su rol, según la concepción de Bujarin sobre el capitalismo de Estado. El Estado propietario, más el capital privado, más el capital mixto juegan el mismo juego. En palabras de Bujarin, el Estado interviene en la economía y no precisamente para favorecer las necesidades más sentidas de la sociedad.

Es injusto que la acumulación de grandes capitales en pocas manos sea legal. Por ejemplo: la plusvalía es un robo a los trabajadores, pero la ley lo justifica y legaliza y presenta los excedentes de los procesos productivos como propiedad privada. El narcotráfico es ilícito, pero el sistema financiero puede legalizar los activos provenientes de esa actividad. La corrupción administrativa es ilícita, pero la ley suaviza las penas, o la justicia se obstruye a sí misma para dejar impune todos los delitos. Un velo cubre el maridaje entre lo lícito y lo ilícito.

¿Qué es ilícito y qué es lícito? ¿Qué y quién determina la licitud e ilicitud? ¿En qué ámbitos se manifiesta la licitud e ilicitud?

Entre 1920 y 1930, Al Capone, cofundador y jefe de la mafia de Chicago, alcanzó su máximo auge durante la era de la Ley seca, en EE.UU. mediante el contrabando de whisky. Se sentía protegido por sus relaciones mutuamente beneficiosas con el alcalde William Hale Thompson y la policía de Chicago y probablemente por La Unión Nacional Ítalo-estadounidense antiguamente conocida como la Unión-Siciliana que controlaba gran parte del voto italiano en los Estados Unidos. Tras ser juzgado y llevado a prisión, la Enmienda XXI a la Constitución de Estados Unidos derogaba la Enmienda XVIII que establecía la Ley seca en los Estados Unidos, quedando la producción de bebidas alcohólicas bajo el monopolio del Estado norteamericano.

El saqueo de las riquezas de América, tras la Conquista y Colonización, pudieron ser catalogadas evidentemente como actividades ilícitas. Pero los nativos no tenían un cuerpo de leyes que la prohibiera. Se opusieron y resistieron, era lícito dentro de su concepción del mundo y murieron en el intento. Sin embargo, el “Nuevo Mundo” le pertenecía a España y allí impuso sus leyes. La Nueva Ley de las Indias. Lo ilícito se hizo legal. El saqueo se encubrió. El crimen organizado adquirió visos de norma (ley), se hizo normal.

El tráfico de esclavos de negros era ilícito para los negros, pero ellos no tenían un cuerpo jurídico que los amparara. No obstante la Reina Isabel I y el Rey Felipe II legalizaron la esclavitud a partir del sistema de la encomienda.

¿Acaso Colón no era un criminal cuando fungió como dueño de los negros? ¿Que vocablo eufemístico podríamos utilizar para no decir que los reyes de España constituían, en ese momento, junto a Colón una organización criminal?

La disputa en Colombia entre Petro y la ultraderecha opositora no es por imponer, uno, un modo de producción social y, los otros, por resistir a éste. Se trata de la lucha por rescatar la moralidad pública perdida y la moral administrativa del Estado permeado por el poder mafioso durante más de tres décadas. Se trata de la lucha entre la descencia y el cinismo, entre la moral y las prácticas inescrupulosas.
Y moral tiene límites que el crimen organizado dentro de las esferas del Estado ha sobrepasado, haciéndose obvio lo ilícito hasta convertirse en un escándalo público intolerable para la sociedad.

Cuando Estados Unidos quiso recuperar a Cuba militarmente mediante la invasión de Bahía Cochinos en 1961 y no pudo, la bloqueó económicamente. No eran las “ideas socialistas”, las que preocupaban a Estados Unidos, conocedor de que el socialismo no era posible. Su preocupación radicaba en que perdía materias primas para su industria, además del mercado interno de Cuba dedicado entre otras actividades a los casinos y casas de prostitución. El capitalismo compite entre sí y los más fuertes dominan a los más débiles. Y les impone sanciones ejemplares por estropear sus negocios. Para la Revolución cubana los límites de la moral habían sido sobrepasados. Cuba continúa con su capitalismo de Estado en donde los niveles de decencia del gobierno y dignidad del pueblo llegaron a un punto de equilibrio.

Los criminales han sido protegidos por el Estado, la lista es larga, y en el peor de los casos han sido elegidos presidentes del gobierno nacional, ejemplos, Hitler, Berlusconi, Uribe o han dado golpes de Estado a democracia legítimadas por el pueblo, caso Franco, Pinochet, Videla, etc.

Cuando por motivos de la inmoralidad pública se convulsiona el país, algunas voces dentro del establecimiento llaman a la calma pidiendo decencia. El estado de ilicitud se ha hecho demasiado obvio, caso Duque frente al estallido social. Mientras el pueblo reclama dignidad.

La dignidad se materializó en la elección presidencial de Gustavo Petro. Ahora Petro solicita el ejercicio de la moralidad pública y la moralidad administrativa, porque el estado de ilicitud sigue siendo obvio. Cuando la ilicitud es tan obvia que rompe la moral pública y la moral administrativa hay que detenerla. La omertá o ley del silencio que es el código de honor de la mafia no puede estar por encima de la constitución política, ni de las leyes, ni de la moralidad pública ni de la moral administrativa, ni por encima de la seguridad jurídica porque estaría en peligro la constitución del Estado mismo que se ha construido en la historia por la voluntad política de su pueblo.

FUENTES CONSULTADAS:

Friedrich Engels.
El origen de la familia, la propiedad privada y el estado (1884)

Ricardo Calla Ortega.
El capitalismo de Estado.
Indagaciones teóricas para el análisis de la crisis del “socialismo” del Este (1990)

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