Por Madia Muskus & Alvaro Del Castillo
Poco queda del paisaje que podía observarse hace 135 años. Un 31 de diciembre de 1888, se dieron los inicios de las labores de construcción de las vías del tren en un asentamiento de algunas familias originarias de Tubará y San Antonio de Salgar. Estas familias, atraídas por la abundancia de recursos pesqueros, llegaron al borde del Cerro Cupino, donde se encontraba un hermoso paisaje donde abundaban los mangles y otras especies propias en una bahía de aguas cristalinas y arenas blancas, rodeada por la isla Verde.
La llegada de esta infraestructura marcó el inicio tardíamente, de la era de las revoluciones industriales y el comienzo de un proceso de transferencia tecnológica. Teodolitos, cadenas de agrimensura, locomotoras, material rodante, calderas de vapor y máquinas-herramienta fueron introducidos, representando una transformación significativa en la naturaleza, cultura y sociedad del lugar. La administración compleja de hombres, recursos, trabajo y tiempo dio origen a las primeras empresas modernas del país.
Francisco Javier Cisneros, hablaba el inglés con fluidez; leía en varios idiomas; de aspecto físico era alto y corpulento, sus cabellos de color arenisco, frente amplia y ojos azules.
El Ingeniero Francisco Javier Cisneros dirigió esta magna labor. En la década de 1860, se evidenció la necesidad de conectar Barranquilla con un puerto marítimo más eficiente que Bocas de Ceniza. La Convención Constituyente del Estado Soberano de Bolívar promulgó la Ley del 4 de mayo de 1865, otorgando atribuciones para la construcción de una vía férrea que conectara la ciudad con el puerto de Sabanilla.
Report and documents Bolívar Railway. Francisco Javier Cisneros, Londres 1887.
En esta imagen se aprecia el calco de las lineras trazadas, en búsqueda de un mejor Puerto natural, con sus diversas prolongaciones hasta llegar a Bahia Cupino (Puerto Colombia)
En 1879, la Ley 17 autorizó la construcción de dos muelles sobre el río Magdalena y la ampliación de la línea férrea. La navegación en Bocas de Ceniza se volvió peligrosa, llevando a la firma de un contrato con Francisco J. Cisneros para prolongar la línea hasta Puerto Belillo. La articulación entre Barranquilla y las ensenadas del litoral incluyó un puerto natural en Bahía Cupino, dando origen a Puerto Colombia.
La compañía compradora se comprometió a concluir la prolongación de la línea y la construcción del muelle. Aunque inicialmente construido en madera, el muelle se entregó el 13 de junio de 1887. Sin embargo, debido a la acción del mar, se deterioró rápidamente, Esto obligó a redefinir su trazado y a ubicar el muelle en Puerto Cupino, a unos 3 kilómetros de Puerto Belillo, que ofrecía la posibilidad de fondear barcos de 2.000 toneladas. La línea, las bodegas, los edificios y el muelle en madera se entregaron el 31 de diciembre de 1888 y, a petición del contratista, se cambió el nombre de Puerto Cupino por el de Puerto Colombia, este mismo día sirve para el inicio fundacional de este asentamiento, Puerto Colombia por parte del Ingeniero Francisco Javier Cisneros.
Con estos eventos como, la inauguración del Ferrocarril de Bolívar y la finalización del Muelle de Puerto Colombia en 1922 por parte del Ingeniero ingles Joe Mathews y sus colaboradores Clímaco Villa y Juan Antonio Colina. Además se Fortalece la comunicación de Barranquilla con el Caribe y el comercio mundial. Este desarrollo indujo una intensa actividad económica, fortaleciendo la élite económica regional con la participación destacada de inmigrantes.
Con la llegada del tren, Puerto Colombia experimentó un avance arquitectónico y urbanístico, con la fundación del poblado y la construcción de edificios para la estación del tren. Este desarrollo no solo benefició a Barranquilla, sino que también contribuyó al desarrollo marítimo y la consolidación del comercio exterior del país, modificando el poder político y económico de la región.
