Un chicharrón franciscano

Por: Héctor Salcedo

24 de diciembre, horas de la mañana comienza el caos de felicidad de una fiesta que no se festeja como en los tiempos de antes por los problemas de pandemias y guerras en el mundo.

Mi estomago pide comer algo en el momento exacto que paso por la calle 72 con 38, bulevar que esta como en los tiempos de hace 40 o 50 años donde las acacias apoyaban las chicharras en el cantar peculiar de estos insectos donde había bancas para que los novios se sentaran en el paseo vespertinos mientras esperaban la entrada a el teatro las delicias.

En ese momento vi el almacén éxito san francisco donde se me ocurrió bajarme y entrar a buscar algo de comida, en el momento que entro veo un lote de licor extranjero para dar la bienvenida a la navidad de este día, de pronto un niño que iba raudo tropezó con dicho lote de whisky buchanans y se sintió en todo el almacén que está en lo que era la entrada a el colegio quebrándose unas cuantas botellas que desprendieron el olor característicos de ese whisky que alegra en las fiestas de ahora y de antaño cuando se hacían las fiestas patronales de san pacho.

Sigo mi camino entre mercancía juguetes y ropa decembrina llegando a la parte de la cafetería asomándome a ver el buffet con el hambre que llevaba vi unos suculentos chicharrones diciéndole a la hermosa chica que atiende – me haces el favor y das ese chicharrón señalando con mi dedo índice, ella me contesta- mejor espera 3 minutos que alga la yuca, porque sin yuca no sabe lo mismo el chicharrón, entre risas con un fondo de música navideña, que decía yo no olvido el año viejo y así pasaron los 3 minutos sentándome en una mesa y en un minuto cerré mis ojos trasladándome a otro tiempo de mi adorado colegio.

Cuando volví a abrir los ojos me encontré sentado debajo de uno de los palos de Pivijay al lado del kiosco comiéndome una mogolla y una empanada de harina junto a todos mis compañeros de mi curso 6 de otros cursos ya que éramos una familia franciscana, el grito y silbidos, el sonido del balón de básquet y el grito del gol en la famosa cancha de caliza, el pito de aquel profesor con su planilla en la mano dirigiendo a sus alumnos de la clase de deportes, en otro lado las chicas reunidas y otras en grupo compartiendo entre risas esperando el toque de la música de prevención para volver a clases.

Había un padre que le ponía el sí y apoyaba a sus estudiantes que cuando murió dejo su mayor tesoro la vida entre cartillas de varias promociones, le gustaba la música la recocha y el vacilón, donde la misa no duraba más de 15 minutos, así paso el tiempo sintiendo que vive esa parte de mi vida y que hoy era real.

Todo paso en un minuto y me el timbre de mi celular me hizo volver en sí, todo paso y no paso, todo por un chicharrón me volvieron a una vida pasada, pero me pareció el chicharrón con yuca más rico en toda mi vida. Así termine me levante pague y me fui feliz de haber estado en mi colegio San Francisco de Asís de Barranquilla.

Diciembre 24 2021