Terceros Juegos Olímpicos Nacionales en Barranquilla – 1935

“El Municipalazo”

Por: Gabriel Giraldo Diaz Granados

Después de que un defensa antioqueño se le tiró en plancha partiéndole el tobillo, girándole el pie 180 grados en el partido inaugural del campeonato de futbol de estas olimpiadas Sucedido esto, el mas grande, Gabriel Diaz Granados Bermúdez, fue remplazado por el mejor, Julio Torres, como capitán y centro delantero de la selección Atlántico, jugando toda la olimpiada, junto a sus colegas, Cesar de la Rosa (Negro Caro) Roberto Meléndez (El Flaco), Romelio Martínez (El Gran Caballero del Deporte) y Néstor Ochoa (Ochoita).

A Gabriel Diaz Granados Bermúdez, como no existían ortopedistas, lo llevaban todos los días, a donde el preparador de cadáveres del cementerio, para literalmente, con sus conocimientos y experiencias con cuerpos humanos, le ordenara a base de masajes los tendones y nervios del pie, perdiendo el sentido Gabrielito en cada sección, pero dio resultado.

Mientras tanto, la Selección del Atlántico, sin su más grande jugador y guía Gabriel Diaz Granados Bermúdez, logró llegar hasta la final con el departamento del Magdalena y Gabrielito fue llevado cargado hasta el centro del campo para que hiciera el saque de honor.

En esa final, la Selección del Atlántico, no pudo ganarle a su eterno rival, el equipo del Magdalena, perdiendo el campeonato de futbol en estas Terceras Olimpiadas Nacionales, lo que fue un escándalo en Barranquilla y el departamento, pues la hinchada nunca aceptó la derrota.

Se aprovecha igualmente para compartir el escrito hecho hace exactamente 11 años por el maestro historiador, José Antonio Nieto Ibañez, quien plasmó una gran reseña de la modalidad del beisbol en los terceros Juegos Olímpicos Nacionales celebrados en Barranquilla.

Quiero ofrecer fragmento de mi libro “Génesis del Béisbol Profesional Colombiano” donde se escribe sobre los III Juegos Nacionales ocurridos en Barranquilla, en 1935

Por José Antonio Nieto Ibañez

Llegó por fin el mes de enero de 1935, año de las Olimpíadas Nacionales que iban a celebrarse en Barranquilla. Casi todas las pro¬pagandas de las empresas locales y extranjeras hacían alusión a este importante acontecimiento deportivo. La empresa cervecera barranquillera, Águila comenzó el nuevo año estrenando un original e impac¬tante eslogan: «Sin igual y siempre igual», en los últimos años erróneamente atribuido a la genialidad del inolvidable escritor Álvaro Cepeda Samudio, algo imposible, pues para 1935 era apenas un niño de siete años de edad. La verdad monda y lironda es que ese eslogan nació en 1935, de autor desconocido, aunque se supone que pudo haber sido creación de don Diofante de la Peña, alto ejecutivo de esa empresa. Se utilizó hasta 1942 en que desaparece, luego en 1949, con motivo del segundo campeonato de béisbol profesional y la primera participación activa de Cervecería Águila en ese deporte, la agencia publicitaria «Orbe Publicidad», a la sazón la encargada de la propa¬ganda de esa empresa, retoma el eslogan «Sin igual y siempre igual» para llevarlo a posiciones cimeras dentro de la competencia comer¬cial. Solo otro eslogan pudo ejercer también gran impacto en la pobla¬ción, y fue aquél de «Su fama vuela de boca en boca», propaganda genial de la marca de cigarrillos Pielroja. La incomparable voz del mejor narrador deportivo, don Marcos Pérez Caicedo, sería la encar¬dada de popularizar aún más ese lema cervecero todavía vigente a finales de este siglo. Creo que con esto queda aclarada una polémica de la autoría de esa propaganda, pero si todavía hay alguna duda, le ruego a los incrédulos que vayan al Archivo Histórico Departamental e indaguen en el periódico La Prensa y El Heraldo.
La emisora La Voz de Barranquilla, del pionero Pellet Buitrago, obtuvo, a partir del 15 de enero, la exclusividad en las transmisiones de radio en el recientemente construido Estadio Municipal, mediante el pago de $1.500 a las Empresas Públicas Municipales.
Las olimpíadas como tales, comenzaron el 26 de enero, pero en lo que al béisbol respecta, arrancaron el sábado 16 de febrero del año en mención.
Desde un principio se dijo que esta miniolimpíada beisbolera en¬tre las dos únicas ciudades amantes de ese deporte en aquel momento, sería de cinco partidos.
Los componentes del equipo Bolívar eran: Issac Villero, Samuel Saltarín, Ángel Castro, Víctor M. Pedroza, Euclídes Díaz, Eugenio Díaz, Vicente Lourdy, Carlos León, Alfonso Morón, Arturo Saladen, Rafael Cárdenas Merlano, Cosme Pájaro, Andrés Flórez, Miguel Murillo, Elias del Valle, Manuel Antonio Gómez, Lucas Campo, Ra¬fael Guillermo Miranda. Entrenador: Pedro Herrera González.
Los del equipo Atlántico eran: César Díaz, Pablo Arrieta, Tomás Arrieta, Ramón Cuadros, Víctor Pérez, Pedro Ojeda, Justo Buzón, Tulio H. Pretelt, Daniel Cantillo, Gilberto Jolianes, Juan Caraballo, Pablo Manotas, Pedro Sudea, Marceliano Jiménez, Luis Lastra, Pedro Merino, Germán Londoño, Néstor Osorio. Entrenador: Luis Carlos Torrenegra.
El primer encuentro, del sábado 16 de febrero, fue ganado por Atlántico con un score de 4 x 1. Atlántico bateó 10 hits y cometió 1 error, mientras que Bolívar solo hizo 3 hits y cometió 3 errores. Las carreras por parte de Atlántico fueron: una en el primer inning, dos en el cuarto, y la última en el noveno. Bolívar se quedó con una sola carrera realizada en el tercer inning.
No podemos, aunque quisiéramos, transcribir todas las entradas de ese primer partido, pero sí de aquellos en que hubo carreras, muy bien relatados en La Prensa del 18 de febrero por el cronista cartage¬nero Emilio Prada Caballero, más conocido bajo el seudónimo de Jack O’ Doul.
Pero antes, recordemos que el pitcher de Atlántico era nadie me¬nos que Marceliano Jiménez, el famoso «Ñato» Jiménez, magistralmente entrenado por el hermano Pedro en el colegio Biffi, tal como vimos en el anterior capítulo. Por Bolívar lanzó Samuel Saltarín.
Veamos, ahora sí, estos apartes:
«Luis Lastra, hace cometer un error al inicialista cartagenero que le permite llegar a la primera base, lo sigue Pretelt quien desembarca un sencillo. Jiménez, se toma la primera dosis olímpica de ponche. Tomás Arrieta da otro sencillo que manda a Lastra a la antesala y a Pretelt a la intermedia, para luego avanzar otra base coronando Las¬tra la primera carrera de la tarde y de la serie a consecuencia de un nuevo error de León, inicialista del Bolívar. Buzón muere de fly a Pá¬jaro y Caraballo de otro a Viroli.
«Tercer inning: en ese mismo innning los cartageneros lograron empatar el score cuando León, recibe un pase libre para la inicial, siendo empujado a la intermedia por un sencillo de Saltarín, y a la esquina de los suspiros por un sacrificio de Ángel Castro. León anotó la primera carrera de los cartageneros, cuando Tomás Arrieta hizo un error al no recibir la bola que le enviaba Caraballo después de haber fildeado un roletazo de Isaac Villero.
«Cuarto inning: el cuarto inning fué sin duda el más sensacional de la tarde: en él quedó demostrada la superioridad del equipo barranquillero en la ofensiva. Después de dos outs, Daniel Cantillo se arranca con un sencillo. Néstor Osorio después de llevar un conteo de dos strikes, lanza un mameyazo contra la bola y ésta se va a pasear por las graderías de sol, permitiendo a Osorio recorrer el diamante sin ser molestado por nadie, precedido de Cantillo. Fué éste el primer home-run de la temporada olímpica, y el primero que se anota en el elegantísimo diamante del Estadio Municipal.
«Noveno inning: por el último inning abrió la ofensiva Cantillo con un sencillo, su segundo de la tarde. Osorio, el jonronero, muere de su tercera dosis de ponche. Lastra muere de un foul fly al catcher, Pretelt desembarca un doblete que hace que los barranquilleros se anoten la cuarta carrera de la tarde. Marceliano Jiménez termina el juego cuando lanza una palomita a la segunda base».
«La obscuridad impide que los cartageneros completen su nove¬na entrada y el juego termina cuatro a uno a favor de los jugadores del equipo Atlántico».
El cronista menciona por último que los umpires eran: Rosanía (Chief), Ramón Pineda en la inicial y Rennember en la antesala.
El segundo encuentro, realizado el domingo 17, resultó empata¬do 1x l. Atlántico logró su primera carrera en el primer inning, mientras que Bolívar en el octavo. Atlántico hizo 7 hits y cometió 2 errores, Bolívar por su parte 3 hits y 5 errores.

Tuvieron el siguiente Line Up:

Atlántico Bolívar
Luis Lastra LF Isaac Villero LF
Tulio Pretelt CF Rafael Cárdenas 3B
Néstor Osorio 2B Lucas Campo SS
Jesús Manotas SS M. A. Gómez (Viroli) CF
Justo Buzón IB Arturo Saladen RF
Juan Caraballo 3B Cosme Pájaro 2B
Daniel Cantillo RF Elias del Valle C
Víctor Pérez Pitcher Carlos León IB
Tomás Arrieta Catcher Víctor Pedroza Pitcher

«Primer inning: Lastra inicia el game siendo out de un fly a Cam¬po. Pretelt se arranca con el primer sencillo de la tarde, Osorio al bate y Pretelt se arranca a estafarse la intermedia. Del Valle hace un tiro que no es recibido oportunamente por Pájaro, la bola va al centro field y Pretelt llega hasta home plate, anotando la primera carrera de la tarde por el campo barranquillero. Osorio toma ponche, y Manotas que va a la inicial, por un error de Cárdenas, es out de un tiro de Del Valle a Campo cuando intentaba estafarse la intermedia.
«Octavo inning: los cartageneros en este inning tienen una gran reacción y se muestran dispuestos a ganar la partida, pero solamente pudieron empatar el score desarrollando una técnica que les ocasionó delirantes aplausos.
«Los hechos se sucedieron de la siguiente manera:
«Pedroza se va de sencillo cuando coge la base en una apretadísima decisión, ocasionada por un grounder a Buzón, y es declarado safe por el umpire. En estos momentos Pérez es sustituido por el Ñato Jiménez en el box. Villero hace cometer un error a Caraballo. Pedroza va a segunda para ser empujado a la esquina caliente por un sacrifi¬cio oportunísimo de Cárdenas, que arrastra también a Villero a la segunda. Campo manda un bount por la inicial que permite a Pedroza empatar el score en medio de delirantes aplausos de los cartageneros asistentes al estadio. A consecuencia de la jugada, Villero va a la ter¬cera y Campo se queda en segunda. Viroli da otro bount pero éste es atrapado oportunamente por el pitcher y Villero es out al intentar llegar a home. Flórez que batea por Morón, quien había reemplazado en el séptimo a Saladen, es ponchado espectacularmente».
El lunes 18 de febrero se jugó el tercer partido y esta vez, el triun¬fo fue para Bolívar, vencedores por el estrecho margen de 2 x 1. Flórez fue el lanzador de Bolívar y Pedro Ojeda del Atlántico. Hubo 4 hits y 1 error de parte de Bolívar y 5 hits y 3 errores cometió Atlántico.
El martes 19 de febrero se convirtió, inesperadamente, en la últi¬ma fecha de encuentro, pues los cartageneros optaron por abando¬nar el terreno de juego en el sexto inning, alegando una mala decisión de parte de Nick Rosanía en una jugada. Pero además, se retiraron de inmediato de la ciudad, sin esperar a jugar la quinta partida. Alrede¬dor de este hecho se discutió si en verdad Atlántico debía ser cam¬peón, pero al final el Comité Olímpico, ante la ausencia del equipo cartagenero, y teniendo en cuenta que Atlántico había ganado 2 par¬tidos y empatado uno) mientras que Bolívar solo uno, decidió decla¬rar campeón olímpico a la selección del Atlántico dentro de esos III Juegos Nacionales. Pero los periodistas, queriendo demostrar la efec¬tiva superioridad del equipo atlanticense hicieron las siguientes com¬paraciones:

Atlántico 29 hits (incluyendo 2 home-run)
Bolívar 16 hits (ningún home -run)
Atlántico 10 carreras
Bolívar 7 carreras
Atlántico 10 errores
Bolívar 14 errores
Atlántico Propinó 36 ponches
Bolívar Propinó 26 ponches

Es decir, que según estos mismos, fue evidente la superioridad del Atlántico.
Pero veamos aquellos innings en los que hubo carreras:
«Primer inning (Bolívar): Díaz (Euclides) se perfila en home como el primer bateador y recibe un pase libre a primera por 4 bolas servi¬das. Le sigue al bate Cárdenas. Díaz se roba en bello slide la segunda. Cárdenas roletea por primera siendo out allí mismo. En este instante Díaz es reemplazado en la carrera por Flórez. Agarra el bate Lucas Campos. Merino hace pass-ball y Flórez avanza a tercera. Campos conecta rolling de sacrificio por primera siendo out, lo que aprovecha Flórez para embasarse a home. Buzón primera base, lanza a home, pero Merino mofa y Flórez anota la primera de la tarde. Al bate sigue Villero, quien es obsequiado con pase libre a primera. Saltarín con texas a center corre a Villero hasta tercera. Viroli, sin embargo, no co¬rresponde a las esperanzas terminando el inning con flojo rolling a short siendo cadáver en primera. Total: 1 hit, 1 carrera, 1 error.
«Segundo inning (Bolívar): Murillo, catcher, rolling a segunda y es out en primera. Pájaro, segunda base, conecta fuerte two-bagger por center y llega sano y salvo a la segunda almohadilla. Merino hace pass-ball, nuevamente y Pájaro se roba la tercera. Morón hitea sobre segunda pero con tirada precisa es puesto out. Pájaro aprovecha para lanzarse a home. Buzón lanza a home pero una vez más Merino mofa y Pájaro entra cacareando con la segunda carrera para su equipo. Sigue Flórez quien se va de hit por segunda llegando safe a primera. Cárdenas en el bate recibe base por bolas. Termina el inning Cam¬pos con flojo rolling a tercera siendo flit. Total: 3 hits, 1 carrera, 1 error».
Comprenderá el lector que hasta el momento Atlántico seguía sin hacer carreras, cosa que solo sucedió, tal como veremos en el sexto inning. Pero sigamos:
«Tercer inning: Villero roletea por short, quien mofa y lanza tar¬de a primera. La tirada ha sido mala y por pass-ball Villero sigue sin novedad hasta segunda. Saltarín muere por rolling a primera. Viroli recibe pase libre al ser golpeado. Villero se roba la tercera. Murillo conecta two-base sobre center, anota Villero y Viroli se corre hasta tercera. Sigue Pájaro quien queda lindamente struck-out. Morón le¬vanta fly corto a primera. Total: 1 hit, 1 carrera, 1 error.
Y llegó por fin el momento esperado: el sexto inning que haría historia. Veamos:
«Sexto inning (Bolívar): Pájaro al bate queda struck-out pero al casárselo (sic) al catcher intenta correr pero es out en primera. Morón queda en el guante por tres strikes. Flórez también sirve ponche com¬pletando así tres struck-outs seguidos en este inning».
«Atlántico: Pretelt inicia con palo a pitcher pero muere en la inicial. Buzón rolling a short, quien mofa lanzando wild a primera. Bu¬zón llega galopando a segunda. Jiménez se perfila en home y conecta recio estacazo enviando la bola a las graderías de sol. Entran dos ca¬rreras con el formidable cuadrangular. Pablo Arrieta texas sobre center llegando safe a primera. Manotas conecta rolling sobre segunda pero es out. Arrieta se roba la segunda. Sigue al bate Caraballo quien conecta hit sobre segunda llegando Arrieta a tercera. El center field de Bolívar asiste la bola y hace tiro a primera. Esta mofa y Caraballo continúa a segunda. Pablo se lanza a home. La primera base tira tar¬de anotando Arrieta. Caraballo aprovecha y se lanza a tercera. El catcher lanza wild a tercera y Caraballo entra campante con la cuar¬ta carrera de su equipo. Osorio se perfila al bate, pero en ese instante el equipo cartagenero, el mismo que llegará aquí a ‘blanquearnos’ abandona el campo ante el formidable aguacero de hits y erro¬res».
La inusitada retirada del equipo cartagenero provocó reacciones encontradas, algunas favoreciendo esta actitud y otras condenándo¬las, como en el caso de lo escrito en el periódico La Prensa. Veamos:
«Con una evidente falta de espíritu deportivo, los componentes del equipo de base-ball de Cartagena decidieron repentinamente reti¬rarse ayer del campo de juego, mientras se desarrollaba éste, por el sólo motivo de que no les pareció acertado el fallo del ‘umpire’, doctor Nicolás Rosanía, sobre la validez de una carrera que se anotó a su favor el conjunto de Barranquilla y que, conforme a la amplísima ex¬plicación técnica que dió anoche por radio el mismo doctor Rosanía, no tenía nada que objetarle según los reglamentos de ese deporte. Queremos especialmente consignar la sorpresa que nos produjo ver el retiro del equipo bolivarense por aquella sola causa, sobre todo si se tiene en cuenta que tanto los jugadores cartageneros como sus diri¬gentes han estado convencidos de la honorabilidad, competencia e imparcialidad de aquel ‘umpire’ durante las varias partidas que se jugaron en la serie olímpica, y que por lo mismo no podrían ellos alegar como explicación de su actitud inelegante, una marcada parciali¬dad de ese juez a favor del equipo barranquillero.
«Y más lamentable aún que su retiro de ayer en el estadio, es su viaje precipitado, emprendido anoche mismo para la Ciudad Heroi¬ca, cuando no se había terminado aún la serie olímpica de cinco en¬cuentros. Creemos que la determinación de los beisbolistas cartageneros no fué sino efecto de una ofuscación momentánea, olvidando quizá la generosa advertencia del barón de Coubertin, a cuyo esfuerzo se debió el resurgimiento de los juegos olímpicos en los tiempos moder¬nos, cuando dijo que en las olimpiadas ‘lo importante no es vencer; sino haber participado dignamente’».
Pero…los ánimos estaban caldeados, la rivalidad tradicional en¬tre ambas ciudades había sido aumentada con este hecho deportivo, y entonces se empezó a correr el rumor radiodifundido, no sabemos por quién, que había sucedido una descomunal balacera entre carta¬generos y barranquilleros. Afortunadamente, La Voz de Barranquilla le salió al paso de manera oportuna a estas malévolas consejas no sólo desmintiéndolas, sino ofreciendo sus micrófonos al señor alcalde, al presidente del Comité Olímpico y por último al propio juez de la par¬tida, el popular: Nicolás Rosanía».
Finalmente, cuando volvió la calma se llevaron a cabo los actos solemnes en las instalaciones del afamado Teatro Apolo, de la ciudad, hermosa edificación que en ese mismo año de 1935 habría de recibir con los brazos abiertos al más grande de los cantantes de tango de todos los tiempos: el siempre recordado Carlos Gardel.
Por último digamos que la construcción de la carretera que uniría a Barranquilla con Cartagena no era aún una realidad, pues en no¬viembre del 35 apenas se hablaba de constituir una junta que se en¬cargara de administrar el empréstito de $225.000 para su construcción. De manera que cuando se terminó (no sabemos exactamente la fe¬cha), a los constructores se les ocurrió la feliz idea de bautizarla: ca¬rretera “La Cordialidad” como un acto de permanente recordación y exaltación a la necesaria hermandad entre los habitantes de ambas ciudades.
Los barranquilleros, luego de su triunfo en los III Juegos Naciona¬les, siguieron adquiriendo experiencias mediante encuentros con otros equipos extranjeros, sobre todo panameños.
Recordemos a manera de ejemplo la venida, a mediados de 1935, del equipo Mayor Walker de Panamá para enfrentarse con el Inde¬pendiente de Barranquilla. Ese encuentro se realizó en el Estadio Municipal, construido precisamente con motivo de la celebración de los III Juegos Nacionales.
El Heraldo publicó en primera página, además de una foto de Gardel, a la sazón de visita por Barranquilla, fotos de ambos equipos en donde aparecía el chief umpire Nick Rosanía, el posteriormente famoso «Michelín».
Decía el titular: «Detalles completos de la sensacional partida de base-ball de ayer tarde entre panameños y barranquilleros», y con los siguientes sub-titulares: «El Mayor Walker se clasificó por 5 carreras a 2. El Ñato Jiménez marcó el home-run de las filas Independientes. La maravillosa actuación del pitcher Karamesitts. Otro home-run de los panameños».
A propósito del año 1935, hagamos un paréntesis para recordar que ese año no solo fue importante desde el punto de vista deportivo (III Juegos Nacionales) sino que tuvimos la visita de Gardel y la inau¬guración del Teatro Rex, el «decano de los teatros de Barranquilla», por parte de don David Ferrero, en compañía de don Rafael Prudencio de la Espriella (tío del historiador Alfredo de la Espriella), el 7 de fe¬brero de ese año cuando lo inauguraron con la película o comedia de la Fox, «Seamos optimistas», con la actuación de la actriz niña, de grata recordación para muchos por sus grandes cualidades artísticas: Shirley Temple.
En 1936 hizo su arribo a Cartagena, también por gestiones de Claudio Muñoz, el equipo Paraíso de Venezuela, comandado por el cubano Pelayo Chacón, quien como ya sabemos, fue posteriormente el manager de la selección colombiana que llenó de gloria a nuestro país.
Escribe Garzón Patiño sobre el repunte del béisbol, luego de una época mala entre el 36 y el 38, con equipos como Rapidol, en donde participaron Tomás Arrieta, Germán Muñoz, Cosme Pájaro, Rincón, los cuales protagonizaron hermosos partidos en el Estadio de La Ca¬baña ante novenas como Águila, de San Diego. Dice finalmente que «cuando surgieron los apetitos voraces de algunos sectores que veían con envidia y resentimiento el andar progresivo del béisbol cartage¬nero, que daba lustre a su propio terruño, y el avance que día a día tomaba el fútbol en la Heroica, determinó al final de la década del 30 al 40 un colapso en el deporte de la pelota y el bate, por lo que muchas estrellas del béisbol bolivarense hubieron de mudarse a Barranquilla».
Pelayo Chacón merece un monumento a su memoria no solo por lo mucho que hizo por nuestro béisbol sino porque él como persona tuvo grandes méritos tanto deportivos como morales.
Sobre Pelayo Chacón nos dice Garzón Patiño: «En los primeros años de la década del 40 al 50 se hallaba en Caracas trabajando como manager de la novena Magallanes el veterano Pelayo Chacón, con quien sostuvo Claudio Muñoz una nutrida correspondencia para lo¬grar que el país estuviera representado en la Serie Mundial de 1944.
«Los esfuerzos del dirigente cartagenero estaban sustentados por la tesis muy probada de que el béisbol colombiano tenía la suficiente madurez para competir en una Serie Mundial, no obstante el poderío denotado por los equipos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Panamá y República Dominicana.
«Por esto los intercambios de correspondencia se hicieron más abundantes y los directivos de Venezuela, México, Cuba, Panamá y otras naciones de la Cuenca del Caribe, miembros de la Federación Internacional de Béisbol Amateur, coincidieron en que Colombia de¬bía asistir a la VII Serie Mundial de Caracas. Como precedente para juzgar al equipo colombiano se anteponía el hecho de que un impro¬visado equipo de jugadores nacionales había derrotado por 3 carre¬ras a la fuerte novena venezolana que en tránsito por Barranquilla había conquistado el gallardete de la V Serie Mundial celebrada en La Habana, en que los jugadores ‘patriotas’ vencieron al fuerte equipo cubiche’ encabezado por los lanzadores Conrado Marrero y’Natilla’ Jiménez, y hombres del poderío ofensivo de Charles Pérez, Bernardo Cuervo, Andrés Fleitas, Napoleón Reyes y la magra defensiva de ‘Mos¬quito’ Ordeñana y Clemente González.
«Los hombres del doctor Manuel Malpica cayeron en juego in¬concluso celebrado en el Estadio Municipal de Barranquilla, cuando el inmortal José Pérez Colmenares no pudo demostrar su terrorífico ‘punch’, así como tampoco Redondo Benítez y el ‘Comisario’ Ramos, ni Dalmiro Finol, El ‘conejo’ Fonseca, José Antonio Casanova y Luis Romero Petit, para señalar a los cimeros en el béisbol aficionado de Venezuela.
«Una bien intencionada campaña de prensa y la acertada cola¬boración del presidente de la Asociación Colombiana de Béisbol, Da¬niel Vargas, así como la colaboración atinada de Pepe Nieto con objetivos artículos en el periódico La Palabra convergen hacia el punto que se había propuesto Muñoz y que finalmente consiguió: la presen¬cia de Colombia en la Serie Mundial de 1944, el primer paso grande que dio el béisbol nacional en una competencia de tanta importancia como ésta, en que los equipos competidores lucían como auténticos gigantes ante un equipo disminuido en forma, presencia y técnica, que tenía coraje, disposición y vehementes deseos de victoria.
«Las puertas del béisbol internacional se abren para Colombia en octubre de 1944, en el Estadio Cervecería Caracas, de la capital vene¬zolana, cuando se consigue tras denodados esfuerzos llevar la repre¬sentación nacional a la VII Serie Mundial de Béisbol Amateur.
«Dos personas, en forma distinta, consiguen que la representa¬ción nacional en la Ciudad del Ávila, utilizando para ello medios y conductos diferentes: Claudio Muñoz, empeñoso impulsador de la idea y el gobernador del Atlántico en aquel entonces, Alberto Pumarejo.
Al respecto entrevistamos al periodista deportivo don Chelo de Castro y nos dijo: «Yo creo que hay que rendirle un homenaje fiel al doctor Alberto Pumarejo, que fue el alma y autor del viaje del equipo de Colombia a la VII Serie Mundial».
-¿Por qué?
-A mí no me gusta molestar a los demás, pero a veces las cosas hay que decirlas. La Asociación Colombiana de Béisbol, Acobe, con sede en Cartagena, tenía dirigentes que no veían más allá del puente de Gambote. Así se los hube de decir una vez en el diario La Prensa. A ellos no les interesaba que el béisbol de Colombia se internacionalizara. ¿Cómo era posible, me preguntaba, que en series mundiales anteriores a la séptima, países de tanta debilidad beisbolera como Salvador, participaran en una Serie Mundial en La Habana y que no participara Co¬lombia, la cual jugaba diez veces mejor béisbol que el Salvador?».
Y continúa don Chelo: «Entonces, partió de los propios venezola¬nos aumentar el número de participantes en su primera Serie Mun¬dial, la primera de dos que acogieron (la séptima y la octava). Ellos entonces decidieron invitar a Colombia. Pero… era tanta la desco¬nexión de la Acobe internacionalmente hablando, que en Venezuela no los conocían, no sabían a quien dirigirse, ni a cuál dirección. En¬tonces, apelaron al gobernador del Atlántico ya que Barranquilla era una ciudad muy conocida en Venezuela. Además, él era un hombre que había sido embajador de Colombia ante el gobierno de Caracas. Asimismo, en ese cargo, él había concedido permisos para que vinie¬ran equipos venezolanos a Colombia. Por lo tanto, fue él la conexión que buscaron los venezolanos. Y el doctor Pumarejo mandó de inme¬diato a su secretario de Educación, el doctor Carlos de la Espriella Palacio, a Cartagena para que hablara con los dirigentes del béisbol de allá, luego de haber charlado con los dirigentes de aquí, que fueron quienes de manera muy sincera le dijeron al doctor de la Espriella: ‘Atlántico no puede ir a representar a Colombia. Usted tiene que ir a Cartagena e inteligenciarse con los dirigentes del béisbol cartagenero’ Y fue así como comenzó la madeja que culminó con la participación, por primera vez en su historia del béisbol colombiano en una Serie Mundial».
Se dice que fue difícil conseguir una partida de cinco mil pesos para financiar el viaje de los peloteros, pero por fin se logró.
La historia que sigue, la de la Octava Serie, fue más difundida, pues allí Colombia alcanzó un honradísimo segundo lugar, o lo que es lo mismo, quedó como subcampeón. Ahora bien, esa gran actuación de Colombia se debió a que los dirigentes Claudio Muñoz y Enrique Torres Grice lograron que se hiciera efectiva la contratación como manager de Pelayo Chacón para el equipo colombiano.
La Novena Serie Mundial fue ya la coronación de Colombia, como campeón, en el recién inaugurado estadio Once de Noviembre. Pero no olvidemos que el año anterior, es decir, en 1946, esa misma selec¬ción beisbolera había obtenido el primer lugar en la parte correspon¬diente a ese deporte dentro de los V Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Barranquilla, en el también para el efecto cons¬truido Estadio Tomás Arrieta.
Fue durante ese evento cuando «Petaca» Rodríguez se lució al derrotar al equipo cubano en dos ocasiones. El juego final frente a República Dominicana, que debía realizarse el 28 de diciembre de 1946, se ganó por «forfeited» o ausencia de los quisqueyanos en el terreno de juego. Dicen algunos que no acudieron por mandato ex¬preso del dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien habría ordenado el regreso inmediato del equipo al país.
En todo caso, los integrantes del seleccionado beisbolero durante esos V Juegos fueron los mismos en participar en la IX Serie Mundial celebrada en Cartagena en 1947.
La historia que continúa, es decir, la de las siguientes series, desde la décima a la decimoquinta, es la de una mediocre participación de Colombia, pues ya no estaban los mismos jugadores de antes. Los de la IX se habían hecho profesionales en el 48, integrándose en equipos como los Indios, Torices, Armco y Filtta en representación de ambas ciudades. El amateurismo beisbolero tuvo que forjar nuevos beisbolistas que en algún momento pudieran alcanzar la gloria de los que los an¬tecedieron, pero ello habría de costar varios años de sacrificio. De ahí la pobre actuación de Colombia en las series ya mencionadas, hasta que llegó la Serie XVI, ya para el año 1965, en que volvimos a ser campeones mundiales y casualmente bajo la dirección de otro manager cubano: el inolvidable Antonio «Tony» Pacheco, pero esa es una historia que se sale de los límites de este trabajo.