Falsos positivos en Casanare: «Las muertes se convirtieron en números, en porcentajes», afirmó el general Torres Escalante, tras admitir haber sido quien «dio las ordenes»

En la segunda jornada de la audiencia pública promovida por la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, en Yopal, el general retirado Henry William Torres Escalante, quien entonces era el comandante de la Brigada XVI del Ejército Nacional, con jurisdicción en el Casanare, reconoció haber sido quien dio las ordenes de hacer las ejecuciones en los «falsos positivos» en el departamento.

«Vengo a reconocer no solo la muerte de su padre y su hermano – dijo a una de las víctimas presentes en la diligencia– sino la de más de 300 personas que fueron asesinadas».

Y agregó que toda la trama criminal se desarrollo en busqueda de «resultados», por «lograr objetivos a toda costa».

«Esta constante medición sobre los resultados produjo en la institución un daño irreparable ya que las muertes se convirtieron en números, en porcentajes», confesó el general retirado, al asumir su responsabilidad en el asesinato de por lo menos 300 jóvenes, presentados como bajas en combate.

Torres Escalante, reconoció que como comandante de la Brigada XVI, tuvo el control sobre la organización criminal que se insertó en esta unidad militar y que a partir de las órdenes que emitió, fueron asesinadas y presentadas como muertas en combate 196 víctimas en 141 hechos.

«Cometí un grave desacierto bajo el fantasma de la ‘guerra jurídica’, mi acción fue proteger a los hombres bajo mi mando», dijo Torres y agregó que esa ‘guerra jurídica’ «fue un fantasma direccionado desde el comando del Ejército», expresó Torres Escalante al reconocer su responsabilidad por los crímenes imputados por la JEP, convirtiéndose en el primer oficial de ese rango que confiesa su culpa como «autor mediato» de los atroces hechos.

«Debo reconocer con vergüenza que por todos estos crímenes que se cometieron bajo mi mando, para esa época, yo fui uno de los más beneficiados, porque posicionaron a la brigada como una de las mejores a nivel nacional», aseguró Torres Escalante.

«Esa actitud mía y otras, indiscutiblemente, generaron en la brigada lo que la sala denominó ‘una organización criminal’, porque me convertí en el líder de dicha organización sin tener en cuenta la protección de los civiles», precisó el general retirado.

«Por mi soberbia nunca me detuve a medir la magnitud y el efecto que pudo producir en un subalterno una frase o una palabra ambigua», agregó Torres Escalante. «Debo precisar que mi actitud irresponsable generó que los controles previos se volvieran mecánicos», dijo el general retirado.

«Las presiones constantes venían desde el comandante del Ejército, general Mario Montoya; de la IV División, general Guillermo Quiñones; y del mío como comandante de la Brigada XVI. Estas presiones (…) nos llevaron a lograr objetivos a toda costa», declaró Torres Escalante.

«Durante los programas radiales diarios caí en la irresponsabilidad de hacer comparaciones entre las unidades y exaltarlas por los resultados operacionales. Comentarios imprudentes, llamados de atención a los comandantes», agregó Torres Escalante.

También afirmó: «Debo reconocer que soy responsable de haber entregado el dinero que dice el teniente García (45 millones de pesos)», dijo Torres Escalante, agregando que lo hizo sabiendo que era una actividad ilegal, pero para revertir «acusaciones falsas».

«Acepto que muchas de las personas que realizaron esos homicidios en personas protegidas y desapariciones forzadas en contra de la población civil recibieron reconocimientos de mi parte (…), fueron premiados por solicitud mía», dijo Torres Escalante.

«Fui preparado como máquina de guerra. Se me cambió esa mentalidad que tenía de una persona normal a una persona fría. Hasta hoy estoy empezando a sentir cosas que no sentía hace mucho tiempo», dijo en su reconocimiento el teniente (r) Jhon Alexánder Suancha Florián.

El Batallón de Infantería No. 44 Ramón Nonato Pérez (Birno), una de las siete unidades tácticas que conformaban la Brigada XVI, fue una de las suborganizaciones criminales que se conformó en Casanare.

El entonces teniente coronel Henry Hernán Acosta Pardo, ejerció como comandante de este Batallón de Infantería No. 44, unidad táctica que operó en Casanare, en la que se insertó la organización criminal entre 2006 y 2008.

Acosta reveló que la principal estrategia se basaba en el engaño: «Llevaban a las víctimas, las emborrachaban, las llevaban por medio de una oferta de trabajo, las traían de afuera y las llevaban al sitio donde iban a ser asesinadas por las tropas del batallón».

Aseguró que la ilegalidad era muy evidente y enfatizó en que las cosas quedaban mal hechas: «Les colocaban camuflado a las víctimas, a sus familiares y el camuflado estaba sanito, no tenía disparos por ningún lado y en los informes de la morgue decía «No presenta orificio», añadió.

Dijo que en varias ocasiones autorizó dineros de gastos reservados e inteligencia y de regalías de municipios en jurisdicción del batallón que se utilizaron para compra de armas. «Uno sabía que la plata era para compra de armas para colocarles a las víctimas y darles visos de legalidad».

También autorizó la salida de hombres, consciente de que la misión era reclutar víctimas desde Villavicencio y facilitar vehículos para transportar falsos testigos. «Yo monté un aparato criminal para tapar todo lo que sucedía, oculté información y presenté documentación falsa», admitió.

Acosta reconoció presionar comandantes para dar más resultados y apoyar misiones tácticas falsas que terminaron en asesinatos. «Yo creé dos grupos especiales para fortalecer las misiones tácticas y el aumento de las bajas, el anterior me entregó 20 y yo entregué 68», expresó.

«En el batallón todo el mundo sabía que se estaban dando esos asesinatos. Cuando digo que todo el mundo, es todo el mundo. Desde el último soldado, las secretarias, los oficiales y los suboficiales. Era una organización muy grande y analizo como nadie denunció», dijo Acosta.

“Nosotros con nuestros horrores, como criminales, como un nido de ratas, les asesinamos a sus familias. Les hicimos mucho daño, no está escrito el daño que les hicimos a ustedes (…). Les quitamos el sustento, el cariño, el amor y la felicidad”, agregó Acosta.

La estigmatización llevó a que miembros del Birno seleccionaran a sus víctimas, principalmente, entre personas vulnerables e indefensas, a quienes les hicieron ofertas de trabajo o invitaciones. Y dividieron a la población entre «gente de bien» y «bandidos».

«Quiero que Colombia y el mundo entero se enteren de las atrocidades cometidas bajo mi responsabilidad como mal llamado reclutador. Me presté para que asesinaran a sus seres queridos tildándolos de delincuentes, sabiendo que no lo eran», recalcó Ramírez.

«Hoy quiero reconocer que cometí muchas injusticias, que manché sus nombres. Me siento muy arrepentido. De mi voz, de mi parte, con la mano en el corazón, les ofrezco disculpas. Falté a mi honor militar», expresó Pérez a las víctimas presentes.

«La unidad de operaciones no se movía, todo movimiento era por orden del señor Gustavo Enrique Soto Bracamonte. Nadie era suelto, todos teníamos que cumplirle órdenes a él», dijo Gélver Pérez.

«Doctor Jacobo Rivera, yo fui quien llegué al lugar, mis hombres bajo mi mando fueron los que trataron de quitarle la vida. El disparo que usted tiene es de un hombre bajo mi mando: Germán Gutiérrez Mariño», reconoció Gélver Pérez dirigiéndose al sobreviviente Jacobo Rivera.

El oficial retirado Puerto Jiménez reconoció que «incluso se llegó a asesinar a personas habitantes de calle traídas desde Villavicencio y de otros lugares cercanos a la jurisdicción» de la Brigada XVI.

Respecto a cómo se conseguían las armas para implantarlas en las víctimas, Puerto Jiménez dijo que las conseguía el «personal de inteligencia del S2» y agregó que él mismo aportó armas para ese fin. «Yo coloqué armas para víctimas del capitán Gordillo», explicó.

Leandro Eliécer Moná Cano, cabo segundo (r), hizo efectiva la práctica de asesinar a personas indefensas luego de haber sido señaladas y estigmatizadas. Moná, se dirigió a Margarita Arteaga para expresarle que su hermano «no pertenecía a ningún grupo delincuencial».

Moná Cano relató cómo Kemel extendió sus brazos y le dijo: «no me dispare por la espalda, máteme de frente»

La magistrada Catalina Díaz pidió al compareciente que explicara cómo fue capaz de disparar contra una persona indefensa que tuvo el coraje de decir que le dispararan de frente. «Para esa época mi corazón era criminal», respondió Moná Cano.

«Escuchen de voz propia de los responsables lo que aquí sucedió. No fue solamente un asesinato, fue secuestro, asesinato, tortura, desaparición forzada y desplazamiento forzoso. Reconozca Ramírez que usted persiguió a mi hermano José Antonio Achagua», le dijo Alcira Achagua.

«Me parte el alma ni siquiera recordar, ni siquiera saber cómo era el tono de su voz», dijo Dania Achagua, hija de Leonardo Achagua Forero, asesinado en diciembre de 2007. «No es y nunca será justo tener que pasar toda mi vida imaginándome lo que pudo ser»

«Ustedes se convirtieron en unos monstruos con todas las familias colombianas vulnerables. Ustedes siempre se enfrentaban a las personas que no tenían armas, a ustedes no les gustaba combatir, por eso hacían los ‘falsos Positivos’», reclamó la señora Myriam Alvarez.

«Quiero dirigirme a aquellas madres que quedaron solas, desamparadas, incluso algunas siendo muy jóvenes. Hoy les digo que las admiro, las respeto y las quiero», dijo Dania, resaltando el valor de su madre, quien tuvo que hacerse cargo de la familia en momentos tan difíciles.

Deyanira Achagua

Margarita Arteaga, hermana de Kemel Mauricio Arteaga Cuartas, un joven víctima de la estigmatización que operó en el Birno tomó la palabra y dirigió una serie de preguntas a los comparecientes sobre vacíos que aún persisten en sus declaraciones.

Margarita reclamó por la falta de respuestas por parte de algunos comparecientes. «Por qué lo seleccionaron, lo ficharon, lo calificaron, lo perfilaron, lo que sea. Nunca hubo una respuesta. Y me acabo de dar cuenta de que había un patrón de crueldad contra la diferencia», dijo.

«¿Usted no sabía eso, señor general?», preguntó dirigiéndose a Henry Torres Escalante. «Que hubieran señalado a estos muchachos porque decidieron vivir la vida muy distinta, porque decidieron habitar el planeta de una manera muy diferente a lo que son ustedes», subrayó.

Margarita hizo énfasis en la crueldad inflingida sobre las víctimas, pues muchas de ellas fueron halladas con signos de tortura. «Hay un problema y una situación de un genocidio social, esto es muy delicado», resaltó, dirigiéndose a los magistrados de la JEP.

«Mi hermano, fiel a lo que era, antes de que le dispararan, cuando lo pararon al frente de quien lo iba a fusilar, abrió las manos y les dijo: ‘si me van a matar que sea de frente, no de espalda’. Ese era mi hermano, porque era un espíritu libre», reveló Margarita.

La Audiencia Pública de Reconocimiento por el Subcaso Casanare se suspendió en el segundo día y, en vista de la abundancia y longitud de los testimonios, se retomará este miércoles 20 de septiembre a partir de las 8 a.m.