Lo público es etéreo

Por Ulises Redondo Cienfuegos

Se habla con mucha seguridad del tesoro público, se da como un hecho que los bienes del Estado son públicos. Que las empresas del Estado son públicas. Que el espacio púbico, es público.

Y bajo el concepto de lo público se da como un hecho que cada uno de nosotros los ciudadanos tenemos acceso en igualdad de condiciones al tesoro público, a los bienes del Estado, a las empresas del Estado, al espacio público. Es decir participamos de lo publico y decidimos sobre lo público. Pura paja. Lo público es cosa abstracta, etérea. Los ciudadanos no tomamos decisiones en aquello que no es de nadie, en particular, y de todos, en general.

Público hace referencia a algo accesible para todos o a personas con un interés en común que los hace parte de un grupo definido. La palabra público o pública deriva de dos conceptos latinos: primero, publicar, que significa hacer algo visible al pueblo y segundo, república, que se refiere a “cosa del pueblo”. Por lo tanto, público se relaciona con todo aquello que es libre y gratuito.

¿Qué es lo público? Aquello que no es de nadie, en particular y de todos, en general. De nadie en particular. Es decir de ninguna persona natural. De todos en general. Pero, ¿cómo puede ser de todos, en general, si ni siquiera es de nadie, en particular? ¿quiénes son todos? y ¿quién es nadie?

Cada uno de TODOS deberían tener el sustantivo (nombre, María, José, Jesús, etc.) pero NADIE lo tiene. Yo fui, inocentemente, a reclamar mi parte del tesoro público, con escandalo incluido, y lo único que pude conseguir fue que me echaran la policía y me encarcelaran por vago.

Si TODOS son el pueblo, entonces, ¿NADIE no es pueblo? Por lo que entiendo TODOS
son NADIE y nadie son TODOS.

El Estado como persona jurídica, aparece como propietario de algo que no es de nadie, en particular y de todos, en general. ¿Puede una institucionalidad abstracta ser propietaria de algo igual de abstracto?

Claro que no. El Estado no es una persona de carne y hueso. Alguien que sienta, piense y actué. El Estado tiene que ser representado por agentes. Persona que gestiona alguna cosa en nombre de otra a la que representa. El Estado, entonces, aparece como un aparato de clases que decide de acuerdo a los intereses de los más ricos.

Como en el mercado, el Estado es un acaparador (recaudador) y distribuidor de recursos. Como en el mercado “la mano invisible” se roba los recursos. Quien acapara (recauda) enormes cantidades de dinero siempre tendrá la tentación de incurrir en delitos de corrupción administrativa. Además de recaudar enormes masas de dinero y gastar una significativa parte en una burocracia frondosa, por lo general ineficiente, ¿para qué más nos ha servido el Estado?

Ahora, el Estado podría aplicar la democracia participativa si alguien desinteresado llegara y dijese que lo público tiene que ser común. El tesoro común, los bienes comunes, las empresas del Estado, comunes, el espacio común. Tendría que materializar lo común. Tendría que hacer propietarios a todos realmente. Socializar las riquezas. En el tesoro común todos seríamos socios y tendríamos acciones y derechos como socios. Acciones a nombre del sustantivo: María, José, Jesús, etc. Personas de carne y hueso. En cambio TODOS es un pronombre indefinido e indeterminado. Esto quiere decir que sabemos el conjunto de personas a las que se refiere en su totalidad, pero no sabemos exactamente cuántas personas son ni quienes son.

Lo público no, porque lo publico es el acceso de todos al tesoro público, a los bienes del Estado, las empresas del Estado, al espacio público, y todos es una persona indeterminada. TODOS son NADIE y NADIE es ninguna persona en particular. TODOS no hace alusión a ninguna persona natural.

Pongo un ejemplo: Ecopetrol sería un bien común si fuéramos socios accionistas con derechos intransferibles, indelegables e imprescriptibles. Parte de las utilidades tendrían que ser repartidas entre cada uno de nosotros. Y la política petrolera tendría que ser consultada a través a todos los socios accionistas (con nombre propio) que tendrían voz y voto. Un referendo consultivo, por ejemplo.

En el tesoro común todos decidiríamos, porque cada uno de nosotros somos contribuyentes. Decidiríamos con voz y voto porque somos socios accionistas (las contribuciones e impuestos) cómo ordenar el gasto, en qué invertir y cómo invertir realmente. Por ejemplo, el plan nacional de desarrollo y los planes de desarrollo de alcaldías y gobernaciones se consulta con carácter vinculante a las comunidades.

Los bienes del Estado como ríos, carreteras, playas, equipamiento urbano, etc., serian realmente de cada uno de nosotros. ¿Por qué un agente del Estado, a su arbitrio, entrega concesiones a la empresa privada para que cobre peajes en las carreteras construidas con el pago de los impuestos cobrados a cada uno de nosotros? ¿Con que derecho un presidente, alcalde o gobernador vende a la empresa privada las acciones de una empresa pública construida con los impuestos cobrados a cada uno de nosotros? ¿Quién dijo que un grupo de tecnócratas, desde sus cómodas oficinas, conoce las necesidades de las comunidades?

El espacio común tendría dolientes porque todos seríamos dueños, de tal manera que la invasión del espacio común, por alguien, nos afectaría a todos y bastaría una demanda colectiva para recuperarlo.

Solo si hay una relativa igualdad económica tendremos una relativa libertad individual. Cada uno de los ciudadanos serian verdaderamente autónomos y responsables de sus vidas, de sus actos. Decidirían sobre el destino de sus vidas. Tendrían libertad para asociarse como productores libres. Tendrían libertad para decidir sobre la democracia y la escogencia de las autoridades del Estado que cada vez serán menos necesarias. Pero además tendríamos cada uno de nosotros la oportunidad de ejercer vigilancia real sobre el tesoro común, las empresas comunes del Estado, los bienes comunes del Estado y el espacio común.