El “paquete turístico” que mata al carnaval

UN MILLÓN DE BARRAS Y FUIMOS “PEPES” EN LA BATALLA DE FLORES

Por William Ahumada Maury

Un Barranquillero residente en Bogota hace ya dos décadas aprovechó una “oferta” que le llegó -sin solicitarla – y vivió el sueño de toda su vida: CAMINAR -en los primeros puestos del desfile- LA BATALLA DE FLORES CON SU MUJER; todo por la modica suma de un millón de pesos por cabeza.

Este currambero, técnico en mantenimiento de computadores, confiesa que -después de tanto tiempo en Bogota- ya se sentía condenado a morir de viejo sin ver cumplido ese anhelo.

-Mi mujer es cachaca y la enamoré con relatos de la fantasía de mi carnaval del alma. Por eso, cuando me propusieron ese “paquete turístico” -como lo vendieron- la llamé emocionado y pedí que hiciera las maletas- cuenta.

El hombre -a quien llamaremos Chan para que no lo echen del trabajo- dice que en el aeropuerto se encontró con muchas otras personas que se habían “embarcado en el mismo tour”. Llegaron a Barranquilla un día antes de la Batalla de Flores y los citaron a las 10:15 de la mañana del sabado de carnaval en un estadero de Las Flores, en donde les dieron un disfraz sencillo, alegórico a la cultura griega, una mochila de fique con una botella de aguardiente, un paquete de Maizena, una tirilla de sobres de condones, un pito plástico y un volante como infornación sobre la cultura costeña.

-Alli conocí al Tino Asprilla, a reinas, ex reinas, artistas, presentadores de televisión, espantajopos de conversaciones tontas, y muchos cachacos y gringos. Hubo fotos y brindis. Era un mundo aparte. Las carrozas inmensas en la cabeza del desfile hacian una cola tan larga, que no permitían ver a los grupos folklóricos alla al fondo. Un sujeto nos reunió y entendí que habian “invitados de Cali, Medellin, Bogota, Girardot, y muchos, pero muchos extranjeros – asegura.

-Una mujer-agrega Chan- nos contó como quien cuenta vacas, y advirtió que teniamos que ser disciplinados e “intentar bailar”. La carroza nuestra – patrocinada por una marca de computadores- avanzó unos metros y nos ubicaron tras esta, en filas de a dos. Quedamos entre dos carrozas grandísimas en los primeros puestos – relata.

El ruido atronador de los poderosos sonidos de las carrozas, con musica inentendible de regueton y musica urbana, ahogaba a el esfuerzo de los grupos de millo de las danzas. Pero lis músicos no se rindieron nunca.

Desde ese puesto Chan vio caminar -en contrasentido- danzas, disfraces individuales y colectivos, comparsas, buscando sus puestos en lo mas profundo del desfile. Recuerda que eran viejos con miradas tristes y jóvenes parlanchines uniformados de congos, cumbias, monocucos, maquillados de manera ordinaria, pero, animados en su alma por el espiritu danzarin de nuestros ancestros africanos e indígenas. Y sintió una profunda pena:

-Te confieso que desfilé con un sinsabor en mi paladar. Por un lado pude cumplir mi sueño y ya puedo describir a mis hijos esta alucinante experiencia. Pero, por el otro, me duele en el alma ver como UN NEGOCIO despoja a los barranquilleros y a la humanidad del espectáculo de nuestra cultura. Te juro que más de la mitad de esos danzarines no pudo mostrar sus artes ni mostrar los tesoros de nuestros orígenes como socidad – precisa y pone la mirada contra el piso.

Ya en el desfile -mientras danzaba, sonreía y saludaba al pueblo apretujado en los palcos- Chan valoró de otra forma su experiencia:

  • El pueblo te ama aunque no te conoce. El pueblo grita que te aprecia. !Hasta la gente que te grita cachaco hijueputa! expresa amor cálido. Caminé animado y hasta me olvidé de mi mujer, porque se que ella tambien olvido que yo estaba ahi. No se donde terminó ese sueño. Un sueño que ahora se convierte en pesadilla porque se que mi carnaval se salio del camino del espectáculo cultural y marcha desbocado a morir aplastado por las montañas de dinero que le exigen los empresarios- culmina