De la patria vieja a la “nueva” y los 100 días del gobierno del doctor Petro

Por Ulises Redondo Cienfuegos

La frase : “La crisis se produce cuando lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir”, se le atribuye al poeta alemán Bertolt Brecht. “Entre los coletazos de la vieja bestia moribunda y el llanto de la nueva criatura”, digo yo. Así se trepida mi patria. Tremebunda.

La patria boba, vieja y mala. Vieja boba y mala. Mala con sus hijos, boba con los extraños. Esa patria boba, vieja y mala se resiste a morir. Es tan vieja que cree ser eterna; es tan boba que ella misma se cree el cuento de que el maquillaje oculta su piel ajada y su horripilante rostro de bruja; y es tan mala que es capaz de matar a quienes intentan la sucesión por el camino de la justicia y la paz. Hay una patria “nueva” que quiere emerger. Está en pañales y todavía requiere de amamantamientos y cuidados. Entre la canción de cuna: ¡arrorró arrurrá, duérmete niño duérmete ya! y el maldito “Cuco” que asedia con apetito babeante, sin disimular las ganas de descuartizar al niño y comérselo freído y condimentado con salsa barbacoa, así se estremece mi patria. Los portaestandartes de esa patria en pañales son el doctor Petro, Francia Márquez, Iván Cepeda, entre otros y un segmento de la juventud “cibernética”, más informada, pero no tan formada. Una juventud hija de las tecnologías de la información que tienen una concepción mucho mas amplia del mundo, unos horizontes que trascienden la aldea, aunque sea virtual. Un segmento de jóvenes que se rebeldizaron contra cualquier autoridad. Que intentan romper con las tradiciones culturales conservadoras obsoletas. Una minoría de jóvenes anti poder, anarquistas, no anárquicos, por ahora. Que se enfrentan a los lastres generacionales del pasado a los que culpan de la situación de exclusión que los atormenta. Se resisten a aceptar como herencia un pasado que les niega su futuro. Cuando me refiero a un segmento de la juventud es por ser una minoría. El resto de la juventud aún sigue sin despertar.

Por otro lado, hay un gran segmento de la sociedad civil ajena a los conflictos armados de izquierdas y ultraderechas, pero víctimas de este desenfreno irracional. Despojados y desplazados que “gritan” desesperados, por la precariedad de sus vidas, que los incluyan, en un proceso de “reinserción” a la vida civil. La reinserción no solo es para los actores de la guerra. Súmanse los que le quitaron todo, incluido el miedo. Despertaron. A muchos de estos últimos ninguneados les iban a “mochar” hasta los huevos. Estos fueron los protagonistas del “estallido” social ocurrido a mediados del año 2021.

Hay dos concepciones en ebullición. La del doctor Petro y compañía, partidarios de reconstruir el Estado desde adentro y la de un segmento de jóvenes que creen que hay que hay que destruir al Estado desde afuera y comenzar uno “nuevo”. Habrá que conciliar las dos posturas para lograr la paz “total”.

Los doctores: Petro, Francia, Cepeda, entre otros, muy pocos y no tan jóvenes, han construido sus propias imágenes impolutas, incólumes, a pulso, por sus luchas denodadas, riesgosas para sus vidas y las de sus familias, contra la corrupción administrativa y la narco política. No miraron para otro lado, no pasaron de agache, no escondieron la cabeza bajo la tierra, como el avestruz, frente a los graves y viejos problemas de la patria mala. No estuvieron en contubernio con el poder dominante de derecha y ultra derecha. No se cobijaron bajo los árboles que más sombra proyectaban. No fueron, hasta donde sé, líderes tibios ni grises.

No obstante, la sucesión, las herencias institucionales que reciben estos líderes no tan jóvenes, por un lado, y la muchachada rebelde, por otro lado vienen de una tradición con la que apenas se inicia un proceso de ruptura. Está intacto el modelo de dominación, copiado y aplicado, incluso por algunos de la vieja “izquierda” y alguno de los mal llamados alternativos. Se puede decir que la nueva patria esta infiltrada por esa “gente”. Que: “estamos durmiendo con ‘amigos’ de rostro y enemigos de corazón”.

Siempre ha habido dos posiciones dentro de la “izquierda”. Un sector se parqueó inamovible en la posición de hacer, única y exclusivamente, oposición a los poderes políticos de la derecha y ultra derecha. Otro sector piensa que es necesario tener vocación de poder y para eso se debe reconstruir el Estado desde la democracia liberal burguesa. Algunos, no sé cuantos, pero no son todos, de este último sector, fueron cooptados por la derecha y ultra derecha. Se corrompieron cuando tuvieron en sus manos unos pocos centímetros del poder político. Unos centavitos de poder. Se aburguesaron. Se obnubilaron con el brillo del oro. Algunos nunca antes habían visto un millón de pesos juntos. Dicen los anarquistas que: “El poder corrompe, y mucho poder corrompe mucho”.

POSTULACIONES Y AUTO POSTULACIONES: ¿AL VIEJO MODO O, AL “NUEVO”?

Cualquier ciudadano (a) tiene derecho a elegir y ser elegido. Tiene derecho a que lo postulen o a auto postularse como pre candidato y candidato (marica el último) a cargos de elección popular: presidencia de la República, congreso, alcaldías, gobernaciones, concejos, diputaciones y JALs.

Un candidato o pre candidato nunca dirá las razones verdaderas del por qué y para qué quiere someter su nombre a consideración de los electores en un certamen electoral. El que lo hace sinceramente se habrá granjeado el afecto popular aunque esta sinceridad no sea suficiente para ganar. Para mi someten su nombre por las siguientes razones:

  1. Por vanidad: adoran sentirse importantes, valorados.
  2. Por empleo bien remunerado: los cargos de elección popular ofrecen esta posibilidad.
  3. Por la autoridad que da el poder: tienen tendencia a mandar, a influenciar sobre los demás, ejercer dominio sobre otros.
  4. Para administrar el poder en favor de
  5. Para enriquecerse: servirse del poder.
  6. Por lugartenencia: marioneta, títere, “en cuerpo ajeno” o delegado de los poderes reales político y económico.
  7. Para servir incondicionalmente: vocación de servicio.
  8. Por la sumatoria de todas las seis anteriores razones. Excepto la última, la vocación de servicio, porque siempre me genera dudas.

A mí, particularmente, las auto postulaciones de candidaturas o pre candidaturas me generan desconfianza cuando los pre candidatos lanzan sus campañas prematuramente, con mucha antelación, cuando aparecen hasta en las sopas. Ese es para mí un pre candidato inseguro, que cree erróneamente que de tanto proyectar prematuramente su imagen y de tanto insistir en que él es el “indicado”, puede inducir al electorado para así ganar adeptos y asegurar el triunfo. Hay veces me da la impresión que esos pre le estuvieran cuidando o guardando el puesto al verdadero titular, al “gallo tapado” que está por ahí, detrás de bambalinas.

Las postulaciones son más creíbles, generan mayor confianza, porque hay un respaldo de las bases sociales que el candidato o pre candidato se ha ganado legítimamente por sus actitudes y aptitudes como líder, por su calidad humana, por su capacidad intelectual y por su experiencia.

Los pre candidatos que se auto postulan deben someterse a sí mismos a la auto crítica, a un examen de conciencia, preguntarse a sí mismos si con capaces de responder a la inmensa responsabilidad de administrar pulcramente el tesoro público. Deben preguntarse si tienen la suficiente ética para no dejarse sobornar, entregar contratos y licitaciones sin el cumplimiento de los estrictos requisitos de ley o participar en contubernios con otros poderes, incluido el sector privado; si tienen el valor para denunciar actos de corrupción. Si generan resistencia o rechazo de parte de los ciudadanos y por qué los repelen. Preguntarse: ¿qué posibilidades tienen de ganar, al menos una consulta, si previamente ya son resistidos?