La opción por la vida determina la posición ideológica

Ulises Redondo Cienfuegos

Por Ulises Redondo Cienfuegos

No se asumen posiciones ideológicas si antes no se ha hecho opción por la vida. La opción por la vida es el principio determinante (ontológico) de la liberación. Mi opción por la vida me lleva, entonces, a tomar posiciones ideológicas. Así pues soy partidario del socialismo científico porque he tomado opción por la vida. Ciencia y ética, ciencia ética, tecnología ética. Porque si tomo opción por la vida, tomo opción por la verdad, por la justicia, por la paz, por la defensa de la naturaleza, incluidos los animales, por los derechos humanos. Esa opción por la vida determina mi propia vida, mis pensamientos, mis sentimientos, mi conducta.

La ciencia nos ayuda a que esa opción sea eficaz. Ese principio ontológico desenmascara a ese embeleco teórico llamado izquierda y a los “izquierdistas” también. Porque la izquierda y los “izquierdistas” pueden tomar posiciones, de hecho así ha ocurrido muchas veces, algunos sin saber el verdadero significado de la palabra izquierda. He visto a personas que migran de la derecha a la “izquierda”, se cambian de un lado a otro como cambiarse la ropa interior. Lo han hecho, de acuerdo a coyunturas políticas, sin tomar opciones por la vida.

Socialismo sí, basado en la ciencia. La ciencia nos ayuda a discernir y crear posibilidades de avances hacia un mundo mejor. Es la herramienta teórica útil para desbrozar el camino, pero sería inútil sin la ética. No basta con leer toda las obras del socialismo científico. No es suficiente leer los clásicos del marxismo-leninismo. Sin ética solo se puede acceder al título de erudito. No hay conversión al socialismo sin conversión a la ética. La ética como normativa, como principio determinante, por tanto, ontológico, es la opción por la vida. No es fácil, porque la condición humana siempre obstaculizará la conversión ética. El instinto de conservación basado en el principio ataque-defensa-ataque codificado en el ADN lanza al animal humano por diferentes circunstancias. Desde su origen el hombre tuvo que decidir entre la disyuntiva de vivir o morir. Sobrevivía él o sobrevivía el otro. Moría él o moría el otro, ya sea animal o animal humano. Para sobrevivir mata al animal, le roba su vida, y consume su carne. Mata al animal que amenaza comérmelo a él. Mata a otro hombre para defender su vida o para robarle sus pertenencias que le sirven para consumirlas. La sobrevivencia es elementalmente consumo. El animal humano consume energías para vivir (alimentos básicamente); descubre que las puede producir pero las gasta nuevamente, muchas veces innecesariamente, en el ciclo vital. Mata y roba, roba y mata. Se defiende y ataca, ataca y se defiende. Toda la naturaleza zoo, incluyendo principalmente al animal humano se conduce bajo ese mismo patrón genético. Para consumir más ”hay” que matar más y robar más aunque no sea necesario consumir tanto. “Hay” que sacrificar a la naturaleza y la fuerza viva de muchos hombres. Para consumir más “hay” que poseer más, apropiarse mucho más de muchas más cosas. “Hay” que apropiarse de la naturaleza y apropiarse de la vida de muchos hombres. Robar más y matar más.

Tener consumo suficiente, adecuado que satisfaga necesidades es normal. Tener consumo exagerado es consumismo. Tener dinero, bienes, patrimonio, renta, es tener con qué consumir. El tener y la posesión asegura el consumo, dicho de otra forma, la seguridad del consumo es respaldado por la posesión. Consumismo que por analogía se relaciona con la moda o el modismo: el consumo novedoso y en espiral, sin fin, de una gama de artículos producidos en línea o en cadenas productivas por múltiples empresas de múltiples sectores de la producción que además crean marca, marcas y “marquismos” empleando estrategias de mercadeo como la extensión de marca y la extensión de línea. “La variedad es la madre del placer”. Los productos “mueren” rápidamente, tienen fecha de expiración, el marketing los “asesina”, pero engendra otros mas novedosos, que luego vuelve a “matar”. Lo que no muere es el consumo. Y para un

consumo “eterno” nada mejor que productos nuevos “eternamente” interminables. No tiene importancia cuanto se consume ni cómo se consume, tampoco cómo se produce lo que se consume. El fin justifica los medios.

El consumismo por analogía, se relaciona con el exitismo individual: éxito del consumo totalmente asegurado de algunos individuos a expensas del sacrificio de la naturaleza y del sacrificio colectivo de una masa de hombres.

Tener con que consumir, poco, medianamente o mucho, productos de mala, regular, buen o excelente calidad ofrece seguridad y la seguridad del consumo trae bienestar y una sensación de felicidad, mínima, mediana o máxima.

A las masas de hombres no les incomoda la calidad del producto ni el consumo abundante de cachivaches, productos “chatarra”, religión “chatarra”, televisión “chatarra”, periodismo “chatarra”, educación “chatarra” y comida “chatarra”, solo necesitan consumir lo que sea. “Dadme el consumo y te daré mi libertad”. Están “educadas” para producir y consumir no para pensar. Las masas salen a protestar solo cuando peligran los consumos mínimos de alimentos, como el IVA a los huevos, por ejemplo.

Sin embargo, el hombre también se asocia con otros para la defensa de la vida, por seguridad común. Hace amigos, pero tiene enemigos. Tiene amigos internos dentro del clan o la tribu, pero también tiene enemigos internos y externos. No obstante, tal como lo insinuara Gramsci (“Cuadernos de la cárcel”) creyente de que el hombre puede construir su propio destino, la ternura y la compasión deberían aventajar al cazador desalmado y al guerrero codicioso. En defensa de la vida el hombre se asocia y va descubriendo y creando nuevas formas de salvaguardar la vida. La cultura es la más sublime creación que nos salva de nosotros mismos si el sentido ético-científico que le damos es el correcto. Así, podremos convivir sin competir a muerte, cooperar y solidarizarnos en lugar de matarnos.

HACIA LA SOCIALDEMOCRACIA O EL POSTCAPITALISMO

Por la buena imagen que el doctor Petro ha forjado de sí mismo, durante su vida pública y por su programa de gobierno presentado para las elecciones presidenciales, me parece que tiene buenas intenciones. Entre el señor Petro, el tal “Fico” y el señor Hernández decidí mi voto en favor del doctor Petro pensando que él era el mejor y que con él se podría avanzar un paso hacia el cambio social. Sé que es una perogrullada, pero es bueno insistir que es mejor dar un paso hacia adelante hacia el cambio social que no dar ninguno. Peligroso era seguir retrocediendo de espaldas a la realidad sabiendo que detrás hay un abismo. Sin embargo por lo actuado en sus dos meses y 10 días, siento que el doctor Petro es de corte socialdemócrata o postcapitalista como él mismo se autodenomina. No tiene nada de malo que sea socialdemócrata o postcapitalista. Para la aberración y el oprobio de gobernantes mafiosos, el más reciente terminó su “mandato” el 6 de agosto a las 12 de la noche, entronizados desde hace dos décadas, para no ir tan lejos , tampoco está mal, es un avance. No encasillemos al doctor Petro dentro del embeleco denominado izquierda. Esa no es la posición del actual presidente. Tampoco son de “izquierda” los que se sientan a la izquierda de él, ni son de derecha los que se sientan a su derecha, tal como ocurrió en Francia el 28 de agosto de 1789 en la sala de la Asamblea en la que estaba teniendo lugar la votación sobre el poder que debía tener Luis XVI.

Ahora bien, creo que vale la pena intentar el esfuerzo por instaurar en Colombia la socialdemocracia o el postcapitalismo. Pero primero es urgente superar la etapa sombría de la producción semifeudal y del rentismo para pasar a la productividad industrial. Del medioevo a la modernidad y de esta a la postmodernidad. Por otro lado, sería un avance significativo entronizar la sociedad del conocimiento si hablamos de postcapitalismo.

En los países donde ha triunfado la socialdemocracia: Suecia y Alemania, por citar dos ejemplos, la educación fue piedra angular. Ya sabemos que esos dos países nos aventajan por mucho en cobertura y calidad de la educación, en especial la educación superior de carácter pública. Gran escollo para el doctor Petro si tenemos en cuenta que la educación superior está privatizada en un alto porcentaje. De un total de 298 universidades reconocidas por el Ministerio de Educación, 84 son públicas y 214 son privadas. Mucho más difícil será para el doctor Petro quien tendrá que sanear las universidades pública convertidas en fortines politiquero y cloacas de la corrupción de las mafias que aún ostentan el poder económico.

En esa perspectiva en la cual urge la defensa de la vida, “El Estado debe regular al mercado”, ha dicho el doctor Petro y no a la inversa como viene ocurriendo. “Nada es imposible, solo hombres incapaces”, expresó Albert Einstein. “La gloria se da sólo a quienes siempre la han soñado”, dijo el ex presidente francés Charles De Gaulle. Entronizar la sociedad del conocimiento es una tarea ardua. El doctor Petro se metió en tremendo “berenjenal”. Colombia debe transitar un largo trecho de manera acelerada hacia esa meta. En un país gobernado por unos ignorantes menos ignorantes que una mayoría de ignorantes más ignorantes no será fácil.

Recientemente tuve que ir al médico debido a una cefalea. El medico hizo el diagnóstico correcto: migraña causada por estrés, ansiedad, depresión y decepción. El galeno me preguntó por la causa y no tuve más remedio que decirle que había pasado varios días sin dormir pensando y repensando cómo convencía a varios amigos fanáticos de las sectas evangélicas de que la Biblia no es la constitución política de Colombia. Los ignorantes no saben siquiera que ignoran su ignorancia. Montan en cólera si alguien les dice: ¡vayan a estudiar, ignorantes!, en lugar de agradecer por el consejo. En la plaza del mercado, dos sujetos que al parecer no estaban en sus cabales, discutían vainas inverosímiles. Uno decía que la paloma era pacifista y otro afirmaba que era guerrerista. Yo pasaba por el lugar y al saber que confundían la paloma con Paloma Valencia, pronuncié la palabra de la discordia: ignorantes! Uno de ellos caminó detrás de mí con malas intenciones y me increpó: ¿cómo me dijiste?. Yo, recursivo le respondí: ¡te confundí con Ignacio Orantes, el cantante! Él expresó: ¡ah!, si se parece a mí es porque ese Ignacio debe ser tremendo cantante. El tipo se fue feliz. La discordia ya no es porque Adán comió el fruto prohibido ni lo es el florero de Llorente. Es por pronunciar la palabra Ignorante. Ante el ignorante se guarda silencio o se le concede la “razón”. Se le da una palmadita en la espalda acompañada de la voz: ¡eres un iluminado! El sujeto queda feliz porque cree que la empresa Air-e no le va a suspender el servicio de energía eléctrica. Bueno, pero cunde la paz. No sería extraño que Tarzán nos colonice y nos someta al esclavismo, no por la fuerza ni porque él sea el “Rey de los monos” sino por ignorancia supina.

Esta es una aldea en conocimientos. Esta aldea tercermundista no se mide únicamente por fachadas, edificios, puentes y malecones mal hechos, sino por la cultura de sus habitantes. Es directamente proporcional: A mayores conocimientos mayor progreso y mejor calidad de vida.

Sembrar conocimientos para cosechar saberes cada vez más cualificados. Tremendo “berenjenal” en el que se metió el doctor Petro. Tendrá que derrotar las malas intenciones de quienes quieren prohibir la libertad de cátedra. Además deberá poner en práctica la Ley General de Educación de 1994, la cual en su artículo 1, expresa: “La educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes.