Día del Trabajador, celebración de la empatía

Por Ulises Redondo Cienfuegos

No faltan los “criticólogos”, no pierden oportunidad para censurar todo, para prohibir todo. Ya sentenciaron a los trabajadores diciendo: que las marchas del 1 de mayo están organizadas para “aterrizar” en los estaderos o zonas de bebedero de licor; que no tienen visión política al no enfrentar a los gobiernos neoliberales, como si fuera tan fácil librar una oposición sin riesgos inminentes de desaparición forzada, en un país gobernado, hace varias décadas, por las mafias narco paramilitares.
Estas son celebraciones cada año. En una celebración hay integración, reencuentros de amigos, compartir, empatías, emociones por identidades de pensamiento y lucha. Es el día de los trabajadores y hay motivos para celebrar, para el relax, la diversión. Este tipo de celebraciones hacen parte de expresiones populares, político-culturales. ¿Quién dijo que la alegría no hace parte de las luchas? Si fuera una celebración diaria, semanal o mensual si cabría la crítica. El 1 de mayo no es, exclusivamente, para hacer tertulias, seminarios, foros. El trabajo político-ideológico de contrapeso, de luchas reivindicativas, de denuncias, contestatario, se hace durante los restantes 364 días. Ese trabajo político-ideológico tal vez no se vea, pero no significa que los dirigentes de sindicatos y centrales obreras no lo estén haciendo. Pero aún siendo una celebración que termina en bebedero, no puede pasar por desapercibido que esa dirigencia sindical prepara esas movilizaciones, escriben y lanzan consignas, elaboran pasacalles, pendones, distribuyen periódicos y volantes con mensajes de lucha y marchan un buen trecho.
Me cuesta ver, al menos en mi imaginación que los trabajadores hagan celebraciones populares de tipo político- cultural tomando avena o jugo de guanábana.