La indeterminación y la posverdad

Por Ulises Redondo Cienfuegos

Continuando el hilo conductor de los fenómenos aleatorios presentes en el origen mismo de la vida que postulan el principio de la indeterminación, lo no predecible, el azar, a partir de experimentos en laboratorio como el realizado por el premio nobel de física, Serge Haroche, quien al medir partículas con rayos laser, demuestra la verdad de la paradoja del gato de Schrödinger al descubrir que el gato no está vivo y muerto al mismo tiempo sino vivo o muerto. A partir de ese experimento se puede inferir que no es ser y no ser al mismo tiempo, sino ser o no ser; que no es vida y muerte al mismo tiempo, sino vida o muerte. Es opción por la vida o por la muerte. No es verdad y mentira al mismo tiempo. Es verdad o mentira. Esa disyuntividad nos va desbrozando el camino, nos muestra opciones a elegir.
Mediante el instinto de conservación elegimos proteger nuestra vida. Ante un inminente peligro, nadie elige morir, es asunto de vida o muerte. Asimismo, nadie elige matar, a menos que sea por afectaciones psicopatológicas. La experiencia nos enseña la diferencia entre el miedo natural y el miedo provocado, inducido por alguien para obtener premeditadamente una ventaja a través, por ejemplo, de las armas, sometiendo a una población inerme; mediante la propaganda “sucia” para manipular y obtener hegemonía en el terreno político; a través de las guerras comerciales y financieras para ejercer dominio económico, una nación sobre otra, y las guerras bélicas, con el componente nuclear y las armas químicas y biológicas que se convierten en el mejor laboratorio del miedo.
TODOS SOMOS PROPIETARIOS
Si por lógica partiéramos de la propiedad biológica, la primera premisa es que cada uno de nosotros es dueño de su cuerpo humano y de todo lo que produce el organismo vivo: carne, huesos, sangre, sudor, órganos, cerebro. Cada uno es dueño, también, de sus sentimientos y pensamientos lo que nos sitúa en posición de relativa libertad ante nuestros congéneres y conciudadanos. No se tiene conocimiento de la existencia de libertades absolutas, desde que el animal humano vive en comunidad. Se ha proyectado en la literatura esa libertad absoluta al estilo de Robinson Crusoe, pero solo es producto de la imaginación, porque la vida en sociedad pone los límites que es la responsabilidad de los actos de cada cual, así pues, somos corresponsables de nuestros comportamientos . Lo que si resulta ser un axioma es que nadie, en particular, puede determinar quien vive o quien muere, quienes tienen derechos o quienes no. El cuerpo humano es inajenable, nadie tiene poder y si lo tuviera, no tiene derecho a ser propietario de otras personas. Por auto posesión la persona crea posibilidades y se auto determina.
Ni los presidiarios, aún quienes cumplen condenas máximas, pueden ser despojados de todos sus derechos. A no ser que sea un psicópata, un homicida o genocida sin remedio, una amenaza latente y sea un mal menor la pena de muerte en comparación con los daños irreparables contra la vida de otros.
Si partiéramos de una premisa material, del derecho natural, todos somos dueños, en teoría, en condiciones de igualdad. Dios no determina quién será rico y quien será pobre. Los hombres en su relación con el entorno natural, medios a la mano, se apropian mediante el trabajo, de riquezas, luego una minoría se roba lo producido por otros. No importa si ese robo ha sido legalizado, es despojo simple y llano.
Los genes nos dicen que podemos hablar, pero no qué idioma; que podemos amar, pero no a quién; que podemos disfrutar de la música, pero no de cuál, que tenemos habilidades para producir riquezas, pero no si alguien nace para ser rico o pobre.
No obstante, la vida en comunidad por acuerdo de voluntades determina un orden jurídico, que constituye (constitución) las reglas que determinan ese indeterminismo individual, esa “libertad” en potencia. Nos determinamos por la voluntad de convivir en un ambiente de justicia y paz.
Se determina el respeto por los derechos de todos y cada uno de los individuos que viven en sociedad y se blindan legalmente, se garantizan esos derechos.
CIENCIAS BÁSICAS O “INUTIL” Y CIENCIAS APLICADAS
En la ciencia básica, el resultado es mayormente impredecible. Lo único seguro es que nunca tendrás una aplicación y tecnología si antes no tienes ciencia básica, si no entiendes el fenómeno.
En palabras de B. Houssay, Premio Nobel de Medicina, “no hay ciencia aplicada sin ciencia (básica) que aplicar”.
Según Serge Haroche, Premio Novel de Física en 2012, en entrevista concedida a BBC News Mundo, el 18 de enero de 2019, manifiesta: “Lo que llamamos ‘inútil’ es la ciencia que está movida por la curiosidad y la ‘útil’ es la que lleva a una aplicación y a dispositivos. Lo que decimos es que está mal oponer este tipo de ciencias: no hay forma de tener aplicaciones prácticas o “útiles” si no haces ciencia básica o “inútil” antes”
“La ciencia que se mueve solo por la necesidad de aumentar el conocimiento es algo muy importante porque está en la base de la civilización”.
“Hoy en día mucha gente está hablando de “hechos alternativos” (falsedades demostrables) y de la “posverdad”, y estas son cosas a las cuales se opone la ciencia. Los valores de la ciencia son los valores de la verdad y, si los enseñas a través de la educación, podrás tener sociedades que sean menos propensas a seguir personas que simplemente mienten todo el tiempo”.
“La ciencia básica puede parecer inútil, pero crea una atmósfera donde los valores de la verdad sobreviven y esto es muy importante”.
LA POSVERDAD
Según la revista UNIR (Intetnet) “La posverdad conocida también como mentira emotiva, implica la distorsión de la realidad primando las emociones y las creencias personales frente a los datos objetivos.
El término posverdad es un neologismo que se refiere a la distorsión deliberada de una realidad, manipulando creencias y emociones con el objetivo de influir en la opinión pública y en las actitudes sociales, tal y como lo define la Real Academia Española de la Lengua (RAE). (…)
“IMPLICACIONES DE LA POSVERDAD EN LA POLÍTICA
La popularización del término ha ido ligada al discurso político de determinados líderes en los últimos años, llevando a definir lo que medios y expertos consideran “política de la posverdad”. Esta manera de construir el discurso político y relacionarse con los ciudadanos se basa en la capacidad de generar confianza con unas afirmaciones y argumentos que parecen verdaderos, pero que en realidad ni lo son ni tienen base para serlo” (…)
“En política se utilizan estos discursos paralelos para construir una realidad afín a una ideología política determinada. Y va dirigido, sobre todo, a los ciudadanos indecisos para hacer que se decanten por una ideología concreta.
La construcción del discurso político de la posverdad ha ido de la mano con otro fenómeno creciente en los últimos años: las noticias falsas (fake news). La mentira en política no es algo novedoso. Sin embargo, en el esfuerzo de conectar emocionalmente con los ciudadanos y convencerles con su discurso para condicionar sus decisiones, los líderes políticos, sus portavoces y sus grupos de influencia han mostrado que la verdad ya no compite con la mentira, sino con otras ‘verdades’. Ese sesgo o manipulación consciente de unos datos para inclinar el discurso hacia el lado que mejor case con las intenciones del orador, sin importar que horas o días después se demuestre que sus palabras no eran ciertas”.
LOS HECHOS SON COMO SON
La a historicidad es manipulación. Los hechos son como son. Los hechos, como fenómenos sociales cualquiera sean son resultado de nuestros comportamientos, o sea, las respuestas a nuestras necesidades y las respuestas a esas respuestas, así pues, la persona es doblemente responsiva, tiene que responder por lo que hace. Los hechos no pueden ser falsos y verdaderos al mismo tiempo, o son falsos o son verdaderos, tampoco existen verdades a “medias”, éstas son manipulaciones de la verdad o una verdad insuficientemente investigada. Las causas objetivas o sujetivas que los originaron corresponden con esos hechos al igual que las consecuencias que se desglosen. Negar u ocultar los hechos corresponde a la acción subjetiva, premeditada insuflada por cargas emocionales de quien o quienes manipulan la objetividad de los hechos para tergiversarlos.